26.6.15

Ni sin ti

Empecé a escribir para hilvanar pensamientos y escupir sensaciones que la mayoría de las veces, guardar  hacía daño. Recuerdo que en ocasiones, me preguntaban por esa tristeza que emanaba en mis artículos,  esa nostalgia que arrastraba de tiempos que fueron quizá no mejores, pero si distintos... y me animaban a escribir en otros registros. Resulta difícil hacerlo, cuando el empujón que nos lleva al folio o la pantalla en blanco suele ser hablar con nosotros mismos como si fuésemos nuestros mejores amigos, y descargar la tensión que en la vida real nos aprieta. Escribimos como si estuviésemos hablando, pero adornamos el artículo por miedo a que si nos leen, nos descubran, y nos sintamos más y más vulnerables. Nos escondemos tras seudónimos, ponemos  cientos de cerrojos a nuestra intimidad, pero contradictoriamente, necesitamos unas palabras de ánimo, que nos suenen a campanillas, en los días grises.  Y cuando alguien se acerca demasiado a nosotros, cuando sentimos que nos descubren, la primera reacción es salir corriendo,  porque nos sentimos más desnudos que si estuviésemos sin ropa. Probablemente él que lee, saca conclusiones bien distintas a las que intentamos trasladar, pero el miedo nos hace sentir frágiles. Escribir me ha hecho racionalizar muchos momentos de mi vida,  poner colores a días grises, conocer a gente extraordinaria, y  descubrir ese yo, que a menudo se esconde tras la rutina. A veces me hubiese gustado poder inventar historias, trasladar a un papel momentos dulces (que los ha habido, que los hay) pero la inspiración es caprichosa y entonces se esconde...  He perdido la cuenta del tiempo que llevo escribiendo (aunque últimamente eso sea más utopía que realidad), pero siempre estaré agradecida a las personas que a través del  blog, conocí,..  Lástima que la vida nos haya arrastrado a otros rincones, o castigado al silencio…

No todo lo que se lee, pasó, o pasó así…  gracias por estar ahí