Subimos las solapas de la cazadora. La bufanda es ese abrazo cálido e incondicional donde refugiarnos; los guantes, las manos que asían las nuestras y tiran de nosotros hacia delante.
Hay amaneceres en los que la apatía decolora el futuro, los paisajes, el día a día. Uno descubre que en lugar de caminar, arrastra los pies y, por más que rebusque en los bolsillos, las ilusiones parecen haberse caído por algún descosido. Uno vuelve a colocarse el abrigo sobre los hombros, se ajusta el cinturón y piensa: “otros días vendrán” mientras esboza una tímida sonrisa…30.11.06
Vendrán
28.11.06
Tout passe
En medio de un bosque de árboles de hoja caduca, en las noches de frío y viento, uno busca entre el laberinto de sombras, un lugar donde refugiarse y descansar, donde volver a rememorar pasadas primaveras mientras uno recobra las fuerzas y el entusiasmo para seguir. Dicen que quien se cobija de la lluvia bajo un árbol, acaba mojado dos veces, pero quizá es necesario bajar del escenario, y mirar desde las butacas la función.
En la vida “tout passe, tout casse… et tout se remplace (*)“ recuerdan a menudo los franceses. Tres escalones que debemos subir para continuar el camino… C’est la vie
24.11.06
Reloj sin arena
Me pesan los pasos que he dado y los que no dí, las huellas que he ido dejando en ese camino sin retorno, la soledad que a veces se confunde con la sombra que me acompaña incluso en los días grises.
Dicen que vivir es cambiar, que las estaciones nos lo muestran una y otra vez, año tras año. Uno reflexiona. Sabe que no se puede ni se debe detener el viento con las manos, que la belleza y el valor de algunas cosas sólo existen en la libertad…
19.11.06
Sueño
Nunca recuerdo mis sueños. Mis despertares no vienen acompañados de esas aventuras en las que he estado inmersa durante la noche. Al traspasar ese umbral donde el inconsciente reina, se borran esos viajes a camino entre la realidad y la fantasía. Si existieron o no esas andanzas es un misterio.
Hoy al despertar, en los bolsillos de la memoria, venía escrita una historia. Describía una situación curiosa: un octavo piso, un ventanal que da a una calle sin salida, un edificio cercano y varios adolescentes que se dedican a hacer extrañas piruetas desafiando la gravedad. Saltan por las ventanas a la calle, a veces con un monopatín. Uno tras otro, sin que nadie salga lesionado a pesar de tal altura. Tengo una visita muy especial: mi primo favorito. Estamos hablando y de pronto, Él abre la ventana y salta. No nos asomamos, intuimos el resultado. Ya en la calle, vemos una ambulancia y un cuerpo tapado con una tela blanca ensangrentada. No hay nerviosismo ni lágrimas. Se respira un ambiente tranquilo, sereno…
17.11.06
Relativo
Casi todo es relativo. El pasado son las sombras con las que damos profundidad al presente. Olvidar el trayecto que nos trajo aquí, es acercar el zoom hasta centrarlo en un punto diminuto en el cuadro. Algunas cosas sólo tienen sentido o valor dentro de un contexto. Si las sacamos de ahí pierden gran parte de su importancia.
Es interesante girar la cabeza y observar el camino recorrido para evaluar a donde hemos llegado. Hoy sólo es el punto de llegada de entonces, el punto de partida de mañana…
16.11.06
Sr. Andrés
Con su muerte, sus paisanos se han quedado huérfanos. Se ha llevado, aun sin saberlo, un torrente de experiencias únicas e intransferibles que sólo Él podía sacar a la luz. Cada uno llevamos en nuestro interior una historia que, como las huellas dactilares, es absolutamente singular. El señor Andrés supo traducir ese libro, lo convirtió en poesía.
Se ha ido y, como dice Esther, con El se va irremediablemente una parte de la historia que El sólo conocía y que Él solo sabía contar…
¡Lástima no haberle conocido!
14.11.06
Nada
10.11.06
Hadas
Dicen que son quitapenas, que a su lado uno olvida la vergüenza, los dolores y hasta un mal día.
Ayer descubrí entre las estanterías de la biblioteca, uno de ellos. Era un hada. Apenas si tendría un par de añitos. Sus piernas, enfundadas en unos leotardos rositas, colgaban en ese bordillo de la ventana que hace sus funciones de silla improvisada. Su cara se escondía entre las páginas de un cuento. Parecía comérselo con los ojos de tan cerca que lo tenía. Permanecí mirando esa estampa tan tierna hasta que ella levantó su mirada de los dibujos y pasando una hoja, me dijo: Estoy leyendo. En ese instante caí rendida a sus pies…
9.11.06
Lloviznas
Recuerdo ese instante mudo, como si el ruido del tráfico se hubiese evaporado; inoloro a pesar de estar en mitad de un jardín en otoño. Sólo los pensamientos y el paisaje parecen significativos. La lluvia era un chirimiri que refrescaba la piel, que le envolvía como si fuese un manto. Desde ese puente de hierro, las luces de la ciudad se reflejaban en el agua formando siluetas que se desplazaban en esa oscuridad que acompañaba al río. El paseo era un desierto. La soledad era la única compañera de trayecto.
A veces ser y estar es el mismo verbo. Uno admite que ha dejado de pensar, porque hacerlo le hace daño. Prefiere mirar desde detrás del cristal de la ventana. Allí las cosas se viven en tercera persona en lugar de primera. No hay ningún paraguas ni ninguna armadura que nos aísle de la llovizna de nuestras reflexiones. Por mucho que corramos, uno no puede escapar de uno mismo. Las preguntas siempre están ahí, aunque a veces les hagamos oídos sordos.
7.11.06
Recortes
Atrás quedan los pasos perdidos por los pasillos de la universidad, las miradas esperanzadoras a las listas de resultados, el agobio de las épocas de exámenes, los amigos que un día tejimos entre clases. En ese punto del camino se ancharon las horas de cafetería y biblioteca, las jornadas maratonianas de la entrega de prácticas y ese periódico universitario donde algunos escribían sus mensajes.
El otoño llego a nuestras vidas. Los recuerdos son hojas con las que juega el viento. El punto final fue el inicio de nuestra andadura en solitario. Todo es efímero. Aquel tiempo también. Y sin embargo, aún hay días en los que la era digital llama a nuestra puerta. Nos deja asomarnos a ese periódico universitario, como entonces. Ya no nos sentimos identificados. Somos extraños, curiosos que buscan en la sección de mensajes alguno que les lleve a un tiempo conjugado en pasado. Fuimos cobardes, pobres hasta para pedir o soñar. Hoy leo que Gargole busca a alguien para escribir un cuento. Alguien real,- dice, aunque habla de cenicientas que se convierten en princesas, príncipes y mendigos y, esos sólo existen entre la fantasía y la realidad de algunos cuentos…
3.11.06
Al borde del acantilado
Ellos no entienden de lógica ni razonamientos. En su mundo todo es posible, lo fantástico se hace constante y las normas son muros que fueron derribados. Todo ocurre o es factible que así ocurra. Su imaginación es un pájaro que vuela en libertad. La gravedad o lógica desapareció de su mente. Les basta cerrar sus ojos, para que esa voluntad ilusoria les permita viajar hasta el último rincón de la fantasía, para ser príncipes, dioses o emperadores, para poseer todas las riquezas del mundo o saborear el manjar más exquisito, para ser jóvenes, bellos y siempre amados. Son felices, o pueden serlo porque la felicidad está al alcance de su mano. Se vende en las tiendas de todo a 100. Para ellos no existe la realidad, esa camisa de fuerza que en la que estamos atrapados.
Me atrae su espíritu vagabundo, su deambular desorientado con las manos en los bolsillos y, la mirada perdida en algún punto de ese horizonte que bien podría ser un volcán en cuyo interior borbotea un torrente desconocido, que no sabe ni de dónde viene, ni a dónde va.
De nada sirve llamar a la puerta de su universo, observar el origen y el destino de algo que no existe a la luz de la realidad. Son ideas extrañas. Sólo existen en la nube infranqueable de la demencia, allí donde nada está encadenado por la razón.