10.1.08

Otoños dorados

Se nos murió la primavera. Lo recuerdan los árboles desnudos, los días grises, la niebla de los amaneceres, el frío que corta la cara y recorre las calles como alma que lleva el diablo.

Se nos fue el tiempo. Como las hojas en otoño, como las caricias de la infancia. Sonó el silbato y partió. Sin pañuelos blancos, sin lagrimas pero con la tristeza asomándose por sus ojos.

Hay viajes de ida y vuelta. También los hay sin retorno. Dicen que el corazón es el mejor contrato, el que pone fecha a ese billete de vuelta que no siempre se adquiere. Uno recoge sus cosas mientras mira con melancolía los lugares que uno habita...

Nunca cierro las persianas allá donde voy, por si acaso un día vuelvo, para que la luz no deje de entrar, aunque yo me haya ido. Aunque yo no regrese.

4.1.08

Invierno

Nada importa demasiado si frente a mi tengo un jardín lleno de vida, de ilusiones y sueños, aunque sea en pleno invierno. Ven, caminemos y dibujemos con nuestros pasos el camino a seguir en la nieve. Déjame ir tras de ti, colocando mis huellas en las tuyas, como si fuese tu sombra, el eco de tus palabras. Descansemos un poco más adelante y busquemos en el horizonte esa línea donde la tierra y el cielo se rozan.

Ven, sentémonos en ese banco, al lado de de la fuente donde el alma de las gotas de agua están atrapadas en témpanos de hielo. Hablemos, formemos hileras de niebla con nuestro aliento al respirar. Deslicémonos sin miedo sobre patines de palabras. Avancemos entre los sustantivos dejando atrás las metáforas del otoño, aunque a veces entrelíneas los recuerdos florezcan de nuevo, como ese viento que se cuela entre las ramas desnudas de los árboles.

Ya es invierno. El otoño acabó demasiado rápido, como esos rayos de sol en las tardes del mes de Enero.