12.8.11

los recuerdos no se venden


[...] Es curioso cómo las personas enmarcan su vida, los puntos de referencia que eligen para decidir qué momento es más importante que cualquier otro. Pues la vida está hecha de ellos. Me gusta pensar que los mejores están en mi mente, que fluyen con mi sangre en su propio banco de memoria para que no los vea nadie más que yo.


[...] Nadie es feliz siempre,.. Pero ¿qué pasa si no eres feliz nunca?

[...]
—Pero no entiendo por qué ni cómo ni...
—¿Qué os pasa a la gente hoy en día? —dice entre dientes.- En mis tiempos, las cosas simplemente eran .No nos poníamos a analizarlas cien veces. Nada de cursos universitarios donde la gente se licencia en «porqués» y «cómos». A veces, sólo tienes que olvidar esas palabras y matricularte en una asignatura menor que se llama «gracias».

Libro: Recuerdos prestados (Cecelia Ahern)

2.8.11

una farola en la que apoyarse


[...] Recuerdo que una vez te dije que estabas entre el vaivén de las olas esperando que una de ellas te llevara a tierra firme para dejar de ahogarte. Yo me siento ahora igual, y aunque creía que el ser humano tiene la fuerza necesaria para nadar hasta encontrar un tronco donde agarrarse o flotar para no desfallecer, mis fuerzas ahora se debilitan. Estoy entumecida por el agua, por el frío, ya no puedo moverme, me siento paralizada, entre otras cosas porque nada depende de mí, nada. No sé de dónde sacar esa fuerza que hasta ahora me caracterizaba y me limito a dejar que los acontecimientos me lleven allá a donde quieran llevarme.
[...] La farola, ¿recuerdas? Hay que cerrar capítulos, terminarlos de leer, digerirlos, para así poder terminar el libro y colocarlo en la estantería. Más adelante, en su momento, podemos empezar otra historia. Pero sólo habiendo elaborado la historia anterior podemos construir una nueva.
[...]  Tapaba las heridas con un buen trozo de esparadrapo, sin curarlas, esperando que el tiempo las cerrara, ignorante de que un buen día ese esparadrapo dejaría de servir y las destaparía, dejándolas de nuevo al aire libre, en carne viva, porque es eso precisamente lo que necesitan las heridas, que se aireen, que la persona sea consciente de que están ahí y que hay que curarlas con mimo para que cicatricen, nunca ignorarlas.
[...] Como dices tú, todo pasa y, en realidad, nunca pasa nada.
[...] Sólo hay tres posturas en la vida: huir, ser espectador y comprometerse


Libro: "A solas" de  Silvia Díez y Araceli Gutiérrez