21.11.22
20.11.22
18.9.22
VI
“Te echo de menos”
No eran para mí, aunque me
hubiese encantado ser su destinatario. Sentir que era algo para alguien, que
alguien en algún lugar seguía pensando en mí y lo hacía con cariño. En este
mundo en el que la indiferencia es una pandemia que nos acabara engullendo,
esas cuatro palabras de un remitente
desconocido eran un bálsamo para mis heridas, una caricia en una piel sedienta de contacto. Eran el
soplo de primavera, el brote verde del viejo olmo herido por el olvido, que
soñaba con seguir latiendo…
17.8.22
V
Aquellos mensajes eran
botellas que el mar arrojaba a mis pies erróneamente. No pedían auxilio, al menos explícitamente; pero me imaginé tantas situaciones detrás de ellos,
que cada vez entendía menos el
comportamiento de quien los enviaba ni de quien los recibía…
Por qué seguimos recordando
viejas canciones que nos llevan a momentos
únicos, pero no por ello felices, por qué nos seguimos fustigando con
las dudas cuando podríamos intentar aclararlas si las expresásemos en voz alta, por qué preferimos seguir mirando hacia otro lado, como si no fuesen
con nosotros las cosas en lugar de dar un paso al frente…
Por qué …
Por qué …
Por qué cuando pasaban semanas en
silencio, me preguntaba si se habría cansado
ya, si estaría bien, … La vida
era eso, esperar el siguiente mensaje
27.6.22
IV.
¿A quién iban dirigidos aquellos
mensajes? ¿Quién seguía pensando en “mi”
en cada atardecer, en cada arcoíris, en tantos detalles sencillos del día a día? ¿Quién
era “yo”?
Lo admito, hubo momentos en los
que sentí miedo, en los que pensé en bloquear su número, pero también los hubo en los que me pregunté
de quien había sido anteriormente mi número de teléfono, qué le había pasado,
qué tipo de relación “nos” unía, y hasta
cuándo iba a seguir compartiendo
momentos “conmigo” aunque sólo recibiese silencio por mi lado.
Con cada mensaje volvía a poner
preguntas sobre la mesa, y a hacerme sentir un obstáculo en esa
comunicación unidireccional. Me preguntaba hasta cuándo iban a seguir llegando
mensajes, pero sobre todo, por qué no era capaz de contestar un escueto “ te has confundido”, o algo como “Este número me lo acaban de asignar y
desconozco quien eres”
5.5.22
III
Y siguieron llegando mensajes y fotos, compartiendo atardecer y arcoíris, besos y abrazos envueltos en mantitas de colores…
18.3.22
22.2.22
3.2.22
Empezar de nuevo
Después de tantos días grises,
de caminar en el alambre a varios
metros sobre el suelo sin red, de sentir
el miedo en cada paso que das, uno se envalentona y da un pequeño paso al
frente. Tan minúsculo como significativo.
Es una promesa a uno mismo, un carpetazo a un tiempo pasado, una tirita
sobre esa herida hurgada en demasiadas ocasiones. Es poner el punto final a un prólogo
demasiado largo, para empezar a escribir el primer capítulo.
No hay un botón de reset, aunque
a menudo nos hubiese gustado. Tampoco un control-z, ni siquiera un control-c o
un restaurar ajustes de fábrica.
Pero en esta sociedad actual, uno puede nacer virtualmente tantas
veces como quiera, vestirse de domingo aunque sea lunes, y ser el más alto,
rubio y con ojos claros de todo el barrio, con tan sólo desearlo.
Empecemos...