30.11.08

Tenía tanto...

Tenía tantos sueños que cumplir, tantos caminos por recorrer, tantas cosas que contar…

Tenía tantos amaneceres por descubrir, tantas vallas que saltar, tantas estrellas que alcanzar…

Tenía tanto amor guardado para dar, tantas caricias esperando volar, tanta música que bailar,…

Tenía tantas historias que vivir, tantos desafíos que cumplir, tantas preguntas que hacer…

Tenía tantos lugares que enseñar, tantos paraísos por descubrir, tantos tesoros por rescatar…

Tenía tanto que dar…

27.11.08

Tempos distintos

Nadie nos habló de esa formula secreta de la que se compone el tiempo, ni de cómo atraparlo o reproducirlo. Desconocemos porqué unas veces un día es un suspiro y otras una eternidad. Estamos hechos de tiempo, de lo que fuimos, de lo que somos y de lo que soñamos ser. Vivimos bajo esa espada de Damocles aunque no siempre somos conscientes de ello.

- ¿Cuánto es una hora y media? –me preguntaba.


- El tiempo que separa hoy tu mundo y el mío en avión, ese rato que papá está en casa a medio día, un poco menos de lo que pasas tu en el cole cada tarde… El tiempo que me pasaré yo dando vueltas a esta conversación de diez minutos. Touchée! - podría haber añadido.


No se puede congelar el tiempo, como tampoco se puede atrapar más allá de un instante el agua con las manos...Todo sigue su curso, como entonces, cuando éramos adolescentes y alguien más pequeño que nosotros nos decía, no cumplas años, espérame a que crezca... pero jamás pudimos acortar esa distancia… vivíamos en tempos distintos, aunque nos negábamos a admitirlo. El tiempo era una goma que a veces se estiraba y nos separaba, para inmediatamente después encogía hasta juntarnos... No nos dimos cuenta, pero hubo un momento en que la goma dejo de ser elástica… Con la mirada puesta en el suelo, comenzamos a caminar, con miedo a mirarnos a la cara y descubrir que lo hacíamos en direcciones opuestas, o simplemente a diferente ritmo…

25.11.08

Notas al margen

Quizá uno deba irse lejos, no sólo en el tiempo y la distancia, para darse cuenta de lo importante que son algunas cosas en nuestro día a día y que solemos dejar olvidadas cuando hacemos la lista de lo que nos llevaríamos a una isla desierta. Tal vez uno deba recorrer caminos para añorar veredas, vivir en silencio para añorar el ruido, degustar otros mundos para añorar el nuestro o aquel que uno día perdimos.

Acaso en esas notas en el margen del día a día uno encuentra eso que hace especial nuestros amaneceres, esas gotas de magia que aportan calor en la fría rutina, esos rayos de luz que iluminan nuestra oscura existencia.

Probablemente uno necesite alejarse para sentir sin contagios, aunque siempre los haya, y uno pueda considerar que cuando alguien le dice “te echo de menos”, sin saberlo, le está haciendo el mejor regalo del mundo, porque en el fondo a todos nos gustaría poder pensar que para alguien somos el mundo, o al menos alguien especial

18.11.08

Abalorios de tiempo

Hay días en los que uno teme perder lo soñado, lo que hemos ido tejiendo con cuentas de tiempo e hilo de ilusión. Uno siente el miedo a que ese collar se rompa, y caigan desperdigados por el suelo cada uno de esos abalorios que con tanto mimo uno ha ido uniendo. Ensartar de nuevo las piezas no siempre es posible, igual que tampoco podemos devolver nuestra imagen a los espejos. Todo lo que vivimos forma parte de nosotros, de ese lastre que nos acompaña como una sombra de la que no podemos despegarnos. Estamos hechos de momentos, de vuelos a ras de suelo y de otros en los que nos subimos al trampolín para hacer piruetas. Es la adrenalina la que nos remueve las entrañas, la que nos reafirma que estamos vivos, y nos empuja a seguir adelante, ensartando cuentas de cristal coloreadas que nos recuerdan no solo lo que hemos sido, sino también lo que somos y lo que soñamos ser.

17.11.08

A tí

Eres como el vuelo de las golondrinas al atardecer. La onda que se expande hasta llegar a la orilla. La ola que siempre regresa a la arena. El perfume que se desprende en cada amanecer. La ilusión que se asoma a una mirada. Eres. El verso de agua que se derrama. La línea recta que llega al infinito. El río que me arrastra cuando necesito a alguien. El calor de la hoguera en días gélidos. El arco iris tras la tormenta. La madrugada que no quise olvidar. Eres. El ave fénix que resurge de sus cenizas. La dulzura de un instante. La ternura de un beso. La metáfora de los textos. El brillo de la esperanza. Eres. Tú, eres. Yo también soy, un poco más, a tu lado.

bon voyage

Se acaba mi tiempo. Los nervios se agitan en mi estomago. Los miedos son las sombras que me persiguen, aun en la oscuridad.  Son los instantes previos a esos cambios que uno sabe que, aún siendo necesarios, a una le inquietan. Se que habrá un antes y un después, aunque no tengo muy claro que se quedará en cada uno de los lados.  

Si pudiese escoger no bebería de ese cáliz, dejaría pasar el tren,  miraría hacia otro lado y haría como que no va conmigo. Pero yo no puedo. Me esperan  y se que debo acudir a la cita. Dicen que lo universal es sólo lo local sin paredes. Quizá sea el momento de ir derrumbando una a una, alzar la vista y poder disfrutar desde el lecho, las estrellas y la luna llena…

Se acaba el tiempo. Comienza mi reto más inmediato. A veces es tan fácil como cerrar la cremallera de una maleta y decirse, bon voyage

10.11.08

Renuncias y ruinas

Dejando que los pasos se pierdan por veredas talladas en la roca en algunos tramos, respirando aire con aromas a estepa y roble, buscando en el horizonte paisajes que añadir a nuestra memoria, deleitándome por el sonido del agua que se alborota en pequeñas cascadas, una empieza a tirar del hilo de los pensamientos hasta acabar deshaciendo esa vida correctamente organizada. Y una vez abierta la caja de los truenos, las preguntas salen como dardos camino de la diana, removiendo cimientos y pilares cuan terremotos.

El sonido del tictac vuelve a primer plano y una se pregunta cuanto más tiempo conseguirá ignorarlo. Renunciar no entra dentro de sus planes, al menos por ahora. Tampoco asumir un riesgo demasiado alto.

Vuelven a sonar los sables. La razón y el corazón se engarzan en su particular batalla. Abandonar el sueño que una siempre ha tenido duele tanto como aventurarse en una guerra en la que probablemente habrá muchos heridos y, sobretodo, miedos a no poder conseguir que la realidad sea como el sueño soñado.

Retomando el caminar por borde del precipicio, con la mirada fija en ese horizonte que me promete un atardecer bañado en rojo, vuelvo a colocar la tapa a la caja de las preguntas dejando que mi mente juegue al escondite entre las hojas secas de los chopos y los robles, se deslice por las corrientes del río, y busque alguna pieza de mi particular puzzle personal entre las ruinas de esos lugares que me seducen tanto, como la vida…

5.11.08

Estaciones de paso

¿Por qué a veces un par de palabras leídas en un texto se quedan en nuestra memoria atrapadas?

¿Por qué una canción que escuchamos por azar, sigue sonando en nuestra cabeza día tras día?

¿Por qué una imagen, soñada o real, sigue estando en nosotros y con tan sólo cerrar los ojos podemos volver a verla?

¿Por qué atrapamos momentos, imágenes, palabras, canciones y las unimos a nosotros con hilos invisibles e incluso sin sentido?

¿Por qué un folio en blanco, un silencio no se considera comunicación?

¿Por qué esa obsesión en contabilizar todo, incluso el cariño y la ternura?

¿Por qué recorremos cientos de kilómetros para escapar de nosotros mismos y nos olvidamos en casa?

¿Por qué soñamos con vivir, y vivimos como si no soñásemos?

2.11.08

Volvemos

Nacemos y empezamos a escribir nuestra historia. Somos vagabundos, buscadores de oro abandonados a nuestra suerte. Algunos creen que las estrellas marcan nuestro camino, que son migas de pan que el destino ha ido colocando para indicarnos el camino. Otros prefieren pensar que vamos dando forma a nuestra vida, con la fuerza de nuestras manos y el cansancio de nuestro cuerpo.

Siempre hablamos de sueños, de lugares por visitar, y de ese mañana que parece no llegar. Eternamente corriendo en busca de paraísos perdidos que nunca dejaron de estar a nuestra vera. Algunos fuimos condenados a ser almas errantes. Desterrados de nuestro mundo, nos convertimos en mercenarios de la vida, en aves migratorias que regresan como aquellas oscuras golondrinas de las que hablaba Bécquer. Volverán y otra vez con el ala a sus cristales, jugando llamarán... Volverán.

Nosotros también aprendimos a volar mirando de reojo ese punto geográfico del que nos alejamos. Sentimos que ese lugar es la mano a la que el yoyó retorna momentáneamente cada vez que la cuerda se agota. Pero cada regreso es distinto. Cada vez somos un poquito más extraños

Algunos volvemos por necesidad, para reencontrarnos, para atrapar ese mundo que sentimos que se nos escapa de las manos, para encontrar respuestas que llenen esos vacíos que crecen como agujeros negros en nuestra existencia. Regresamos con la esperanza de ocupar silencios y soledades, heridas y tristezas como cuando éramos niños y corríamos a refugiarnos en las faldas de mamá. Volvemos para descubrir lo que somos en lo que fuimos; para renacer tras la tormenta, y levantar de nuevo el vuelo