31.5.09

Sola




Me siento sola,-le dice con un hilo de voz. También con la mirada triste y perdida, con la apatía asomada al balcón de su piel pálida.

La otra le mira y calla, pero podría añadir: yo nunca he dejado de sentirme así.

15.5.09

Con letra pequeña

Vuelve a leer ese libro que nunca llegó a escribirse, y descubre invisibles anotaciones en sus márgenes, demasiadas líneas en blanco, demasiados renglones con letra pequeña, casi imposible de ver.

Vuelve a balancearse por el columpio de los pretéritos, a deslizarse por el tobogán de los condicionales, a tirarse por la tirolina que une el futuro con los recuerdos y viceversa.

Vuelve a recorrer capítulos y anexos, a zambullirse en metáforas imposibles, y juegos de palabras que soñaron ser sonetos pero tuvieron que conformarse con la rima asonante de los poemas mediocres.

Vuelve para irse, como los puntos y aparte que separan párrafos, ideas, soledades y sueños, como esos caminos que desaparecen en los cambios de rasante, como esos puntos suspensivos que acompaña al etcétera.

Vuelve a recorrer ruinas y abandonos, silencios y olvidos, fangos y arenas movedizas, a caminar por el borde del precipicio de las entrelineas, de las promesas incumplidas, de los sueños inalcanzables, de las realidades agridulces.

Vuelve a esculpir castillos de arena que las olas borran como los puntos finales que marcan el final de cada historia.

7.5.09

Preguntando a nadie

¿Quién no entiende una mirada, un gesto… entenderá una larga explicación?

¿Cuál es el precio de soñar?

¿Dónde viene anotada la letra pequeña de la vida?

¿Qué perfume utiliza la nostalgia?

¿Cuánto cuesta desnudar el alma?

¿Es lo mismo querer que amar?



¿Qué diferencia hay entre hoy y ayer?
¿Cuál es el mejor piropo que te podría decir?

5.5.09

Aroma de nostalgias

... debes saber que si no buscas tu estrella, si no la sigues, antes o después, se enredará con el hilo de otras estrellas y será imposible desenredarla, empe­zará a apagarse hasta desaparecer.
Escucha mi voz (Susanna Tamaro)


Pienso mientras escribo el tiempo que ha transcurrido desde aquel “vieja estrella”, y pienso en esas lucecitas que cada noche, cuando las nubes y la contaminación lo permiten, se asoman a nuestra ventana. Dicen que aunque las estrellas mueren, aún podemos ver un tiempo su luz. Tal vez, las personas también seamos así. Pequeñas antorchas que iluminamos a lo que nos rodea. Fueguitos que damos calor pero también quemamos y arrasamos en nuestro camino. Momentos efímeros que caldean nuestro frío interior y convierten una casa en un hogar, un desconocido en un amigo, un nada en un poco e incluso en un todo.

Todo es relativo, todo se reduce a cenizas, a materia mineral, a recuerdos desgastados por el tiempo, a polvo de olvido y aromas de nostalgia…