Aún quedaba en la memoria los tonos anaranjados acompañando al Duero, el reflejo del cielo enfurruñado en la marisma del Rocío, la nieve sobre el camino hacia quién sabe dónde, … permanecía en la piel, las caricias de los tímidos rayos de sol después de tantos días de lluvia, la sensación de dicha que da descubrir algo que nos maravilla,… La luna llena seguía los pasos de aquellos que vuelven a casa otra noche más, ensimismados en ese mundo que se crea cuando uno se aísla del que transita.
Aún recuerda la sonrisa de aquel chico con piel aceitunada, que le para con un hola, y mientras Ella espera que le pregunte dónde queda algún sitio o si le puede prestar una moneda, El habla atropelladamente, le dice que le ha visto al pasar por el parque, que tiene algo que le gusta, que le gustaría conocerla más… e insiste esperando una respuesta afirmativa, que Ella no le puede dar…
Aún se pregunta por qué no se giró unos pasos más adelante, por qué esa mentira que de piadosa no tiene mucho sino más bien de autoprotección. Quizá si hubiese mirando hacia atrás hubiese encontrado respuestas a preguntas que hoy a la luz del día se hace, pero entonces, y ahora, Ella se repite “agua que no has de beber,…”