31.7.23

Ni ahora ni después…

 Volvieron las golondrinas a repoblar los nidos de barro, los ribazos  se llenaron de cientos de florecillas recién nacidas, y la tierra parda  se vestía de verde primavera, la vida tiene el aroma fresco  de los primeros rayos de sol que se mezclan con estrofas de agua  y trinos.  Todo parece invitar a renacer, a reinventarse como los amaneceres,  a soñar despierto, a  estimular  los sentidos…

Las huellas volvieron a dibujar el camino,  el pensamiento voló libremente hasta posarse en esa rama desde donde todo adquiere una nueva perspectiva.

Hablábamos del paso del tiempo,  y de sus efectos secundarios, de  ese discurrir que nos lleva  de la razón a los sentimientos y viceversa, del pensamiento  que ese día se había  colocado en primera fila.

 Si alguien no es capaz de transmitirte que eres especial para él,  es que no lo eres; y si no lo eres, quizá deberías replantearte algunas cosas.

Nada es eterno. Todo se va transformando. No se puede vivir de rentas antiguas, ni futuros improbables. Revindicar lo que un día fuimos no alimenta hoy el alma. Dejar de soñar como parapente a las decepciones, es poner una mordaza a la vida.  Resignarse es un verbo que no se debe conjugar.  Ni ahora ni después…

 

15.7.23

Cuando apareció el miedo

Cuando apareció el miedo, las nubes ocultaron el sol y se desató la tormenta. Corrimos a buscar refugio sin mirar atrás, cómo aquel naufrago que se lanza al agua cuando ve que la  barca se empieza a llenar de agua en busca de una orilla que aún lejana parece un lugar seguro.

Cuando la tormenta empezó su baile de truenos y relámpagos, la duda se caló hasta los huesos, y las sonrisas se borraron…  el invierno llego en Julio y los 35º no eran suficientes para calentar el vacío que se expande.

Cuando llego la titubeo, el silencio fue el refugio donde esperar que el aguacero arrecie,...

29.6.23

Sensación de vivir

Soy la chica que escribe con puntos suspensivos…

Que lleva demasiado tiempo arrastrando los pies por inercia, que dejó varados algunos de sueños, y se olvidó conjugar la vida en primera persona…

Soy la chica que se esconde entre las metáforas y los silencios…

Que no se atreve a mirarse al espejo al levantar, que no quiere poner palabras a lo que siente, que teme caer y no poder levantarse…

Soy la chica que ha descubierto que se ha olvidado de sonreír…

Que no se reconoce en las fotos de los últimos años, que ha cambiado diálogos por monólogos ajenos llenos de ruido…

Soy la chica tímida y vergonzosa que enrojece rápidamente…

Que sigue soñando con pasar desapercibida, para que nadie le haga daño…

Soy la chica que escribe con puntos suspensivos…

Porque los puntos suspensivos son sueños por cumplir, las palabras no dichas pero sentidas, las caricias sin destinatario, los besos robados a la memoria,...

Porque los puntos suspensivos son los latidos del corazón, el brillo de unos ojos dispuestos a disfrutar, la mano tendida que uno está dispuesto a agarrar….

Soy la chica de los puntos suspensivos, que sigue buscando  arcoíris…


11.6.23

IX

 

Durante mucho  tiempo vi en aquellos  mensajes extraviados,  manos que buscaban asidero para seguir a flote. También manos tendidas dispuestas a no soltarte y ayudarte a  continuar; abrazos sinceros  que intentaban insuflarte energía   y ganas de vivir, oxígeno puro para unos pulmones cansados de  respirar aire contaminado.

Me sentí impostora, dueña de  caricias que no me correspondían, de besos que tenían otro  destinatario,   y confidencias que no eran para mí. Y sobre todo, egoísta. Por hacer nada para descubrir el malentendido,   y seguir disfrutando de migas de afecto.  Cuántas veces me pregunté si era justo seguir en silencio, qué pensaría aquel remitente  que seguía sin respuesta a su mano tendida…

18.9.22

VI

“Te echo de menos”

No eran para mí, aunque me hubiese encantado ser su destinatario. Sentir que era algo para alguien, que alguien en algún lugar seguía pensando en mí y lo hacía con cariño. En este mundo en el que la indiferencia es una pandemia que nos acabara engullendo, esas cuatro palabras  de un remitente desconocido eran un bálsamo para mis heridas, una caricia  en una piel sedienta de contacto.   Eran el soplo de primavera, el brote verde del viejo olmo herido por el olvido, que soñaba con seguir latiendo…


17.8.22

V

 

Aquellos mensajes eran botellas  que el mar arrojaba a mis  pies erróneamente.  No pedían auxilio, al menos explícitamente;  pero me imaginé tantas situaciones detrás de  ellos,  que cada vez entendía menos   el comportamiento de quien los enviaba ni de quien los  recibía…

Por qué seguimos recordando viejas canciones que nos llevan a momentos  únicos, pero no por ello felices, por qué nos seguimos fustigando con las dudas cuando podríamos   intentar aclararlas  si las expresásemos en voz alta,  por qué preferimos seguir  mirando hacia otro lado, como si no fuesen con nosotros las cosas en lugar de dar un paso al frente…

Por qué …

Por qué …

 

Por qué cuando pasaban semanas en silencio, me preguntaba si se habría cansado  ya, si estaría bien, …  La vida era eso, esperar el siguiente mensaje