18.9.22

VI

“Te echo de menos”

No eran para mí, aunque me hubiese encantado ser su destinatario. Sentir que era algo para alguien, que alguien en algún lugar seguía pensando en mí y lo hacía con cariño. En este mundo en el que la indiferencia es una pandemia que nos acabara engullendo, esas cuatro palabras  de un remitente desconocido eran un bálsamo para mis heridas, una caricia  en una piel sedienta de contacto.   Eran el soplo de primavera, el brote verde del viejo olmo herido por el olvido, que soñaba con seguir latiendo…