30.10.05

Primavera en el camposanto

Pronto llegará de nuevo la primavera, al menos a los camposantos. Miles de flores adornaran esas tumbas de mármol de aquellos que un día fueron vecinos, amigos o familiares. Nombres y fechas sobre un papel de granito que parecen desafiar a un tiempo que se conjuga en pasado. Dicen que existimos porque alguien nos piensa, pero el olvido es nuestro mortal enemigo.
Nada más triste que ver esas tumbas abandonadas, donde ni siquiera el transcurrir del tiempo ha respetado esos nombres escritos sobre ellas. “Aquí yace...” todos esos que el olvido borra de nuestras memorias, todos esos desconocidos que nunca llegamos a conocer, todos esos que se fueron sin hacer ruido,..
Cruces y lápidas, monumentos de visita obligada cada uno de noviembre, un pequeño homenaje a nuestros muertos, a esos seres queridos.
Por esas fechas vuelvo allí, a ese cementerio donde están los abuelos. Frente a esas cruces, busco imágenes y momentos con ellos en mi memoria. No se puede recordar lo que nunca se ha vivido y no cabe otra opción que recordarles en la memoria de otros que tuvieron la dicha de conocerles. Otros apenas si son recuerdos de una temprana niñez que casi está olvidada..

28.10.05

Melodias

Algunas melodías forman parte de esa banda sonora que acompaña nuestra vida. Cada vez que suenan vuelven a traernos los recuerdos que entonces las acompañaron. Escucharlas es subir a ese tren que nos espera en la estación y que nos lleva a ese pasado para volver a vivirlo.
Hay canciones que ponen voz a los sentimientos del alma, y entre notas musicales el corazón se confiesa. Algunas son eternas, otras efímeras como esas canciones de verano que se desgastan de tanto oírlas.
Hay canciones que llegan a nuestra cabeza y se repiten insistentemente sin saber muy bien por qué. Son ecos de la conciencia, acertijos que el azar pone a nuestra memoria, piezas de un puzzle que dibuja nuestra vida como si fuese un pentagrama.

26.10.05

Entre Quijote y Sancho

En medio de unas ruinas romanas, una silueta de don Quijote y Sancho me recordó que todos en nuestro interior albergamos un poco de estos personajes. A veces la sombra del uno es tan alargada que oscurece la presencia del otro. Siempre creí que son las dos caras de una misma moneda, que el uno no puede existir sin el otro.
Hay momentos en los que al mirarnos al espejo nos preguntamos si esos rostros somos nosotros mismos o nuestra caricatura. Nos extrañamos, nos echamos de menos.
“Echo de menos la parte soñadora e idealista que se asocia a don Quijote,
La parte cuerda, y trabajadora que tenía Sancho. Esa energía y paciencia que tenía a raudales
Echo de menos la magia que antes veía, y que ahora no encuentro, la ilusión por las cosas.“-escuchaba entonces.
Las cosas se veían desde la mirada de un Sancho que ve molinos en lugar de gigantes, o mujeres hundidas en la pobreza en vez de doncellas. Don Quijote y Sancho son dos modos de ser, dos tendencias de las que ningún humano se escapa, predominando una u otra dependiendo de las personas y de los momentos…

25.10.05

Carta (JUEGO)

Deshojando una flor que desafía al otoño, levanto mi mirada a ese cielo que guía mis pasos.
Eres la brisa que acaricia mis mejillas y las sonroja como los tímidos rayos del sol en primavera. Tus palabras son ecos en mi memoria, y tu risa la mejor melodía.
Has pintado mis días con trazos de ilusión y fantasía, aun sin tu saberlo. Has sembrado inquietudes que había olvidado. Has despertado sensaciones, recuerdos, sueños que estaban invernando.
De tu mano, viajo cada noche a las estrellas y desde la luna, contemplo cómo ese sol se despereza cada mañana entre cortinas de colores.
En tus labios, los “te quiero” suenan a gloria y despiertan ese sentimiento que como genio se esconde en una lámpara en forma de corazón…
No lo olvides nunca, te quiero

24.10.05

Sangre


Las gotas de lluvia dibujan jeroglíficos en los cristales de esa ventana por la que se ve la vida pasar. Meses de sequía interrumpidos por estos días en los que la lluvia no ha dejado de cesar. Diminutos ríos de agua esculpen la tierra ya saciada, y discurren camino de ese río que casi se secó hace unos meses de tanto dar. Ahora parece herido. Las lágrimas del cielo parecen lastimar la tierra, y el agua se torna roja como la sangre.

Los ríos son las arterias de este cuerpo que llamamos tierra. El agua, su sangre

23.10.05

Rural

Otro día de lluvia se asoma a los cristales por donde la vida se cuela entre la persiana. Las tierras siguen mostrando su color rojo, mientras los chopos que marcan el discurrir del río, empiezan a desnudarse de sus vestimentas amarillas. La tormenta oscurece todo, incluso la mirada de esos ancianos que ven la vida pasar, desde la mesa camilla de sus casas, con el brasero encendido. Algunos no sobrevivirán al invierno, otros se irán en busca de algún clima más cálido. Sólo los valientes, o los cobardes, según se mire, serán los que sigan aquí dentro unos meses. Los pueblos pequeños parecen condenados a morir. Cuando oigo hablar a los ancianos, siento que son los únicos que nunca se irán, que son los únicos incondicionales de ese amor por la tierra que les vio nacer. Los últimos que han saboreado la vida en un lugar, que parece caminar hacia la nada. Cuando ellos emprendan el viaje eterno, se llevarán en su maleta imágenes y recuerdos que sólo ellos supieron atrapar, momentos históricos que no aparecerán en los libros de historia, porque a la mayoría no interesan. La tierra ya no es lo que era, y el amor a ella se ha vuelto mercenario. Desgraciadamente, el mundo rural agoniza

22.10.05

¿recuerdas?


¿Recuerdas? Apenas si han pasado un par de meses y sin embargo, con la lluvia en los cristales, parece como si hubiese pasado una eternidad desde ese momento. Pronto el agua cubrirá las rocas sobre las que doramos nuestros cuerpos al sol, y la arena de nuestra playa volverá a ser el fondo de ese acuario en el que nos bañamos. Volverán al anonimato los troncos de los árboles caídos, y las piedras ibernaran de nuevo.
Los robles que nos dieron sombra y cobijo han comenzado a vestirse con tonos amarillentos mientras los pinos siguen luciendo sus mejores galas verdes. El agua que aquella tarde refresco nuestro piel, continua siendo el espejo en el que cielo se refleja, aunque ahora su mirada no brilla con la misma intensidad y parece cabizbajo. El alboroto de las tardes de verano ha dado paso al silencio del otoño, a la nostalgia que se asoma entre las siluetas de esos arboles que le rodean, como si pretendiesen abrazar o reterner a ese barco que navega.
Volverá la nieve a teñir las cimas de las montañas, y el agua comenzará a inundar ese pueblo abandonado. Regresaran el silencio y la tranquilidad a ese lugar donde todo duerme. Habrá muchas más tardes al ladito de ese mar de agua dulce, pero aquella tarde fue especial

20.10.05

Batallas estupidas

Cansada de tantas batallas estupidas, en medio de una guerra donde las palabras son proyectiles y las amenazas los escudos protectores, de aquellos que el poder coloca en la cima de un pedestal formado por el orgullo y la soberbia. Harta de los vendedores de consejos gratuitos bañados en advertencias, de los correveidiles que sólo enredan las buenas intenciones. Fatigada de hablar sin que nadie escuche más que lo que quiere oír, de intentar avanzar por un camino que algunos se encargan en minar. Extenuada en este laberinto inútil, donde David vuelve a reencontrarse a Goliat, donde el espíritu numantino vuelve a resurgir….

19.10.05

Volver a casa

Volver a casa. Recorrer ese camino, acompañando al río. Recrear la mirada en esas luces que se reflejan en sus aguas y escuchar su vieja canción. Caminar con las manos en los bolsillos mientras el aire acaricia sus mejillas, y la luna llena vuelve a mostrarse en el horizonte. Pensar. Volver a repasar un día que ahora termina. Sentir el peso de las horas sobre las espaldas. Oír el silencio. Perder la vista entre las siluetas de los árboles. Acelerar el paso mientras comienza a llover. Subir los escalones de dos en dos. Abrir la puerta. Dejarse impregnar por el calor del hogar, en medio de la más absoluta soledad.

17.10.05

enamorada

El despertador sigue sonando a la misma hora, pero los amaneceres teñidos en tonos naranjas y rosados que me acompañaban en mi camino, se han tornado hileras de luces rojas. Los periódicos siguen llegando puntuales a su cita, como la gripe cada invierno. Repaso algunos de mis últimos pensamientos, de esas ideas que se repiten en mi cabeza. Me siento feliz y afortunada a pesar del caos que me rodea. Mi serenidad contrasta con la impotencia que siento a veces. Soy más consciente que nunca de lo importante que es saborear el presente. Me lo recuerdan cada día. Ayer me preguntaron si estaba enamorada. Mentí, o al menos hoy así lo siento. Dice el diccionario que enamorar es” Excitar en uno el amor a otra persona.” “Gustar o disfrutar mucho de algo”.” Cortejar, expresar el amor “. Siempre me he declarado una enamorada de la vida, y del amor. Ahora más que nunca.

16.10.05

¿qué vi?

Mirando a las estrellas, en medio de esta noche tan oscura, te envío con la luna mi felicitación en este día en el que las velas adornaran tu tarta de cumpleaños. Perdí la cuenta de cuántas serán esta vez. Todavía recuerdo cómo y cuándo te conocí. En mitad de aquella pista de baile, rodeado de niñas que besaban el suelo por el que pisabas, que hubiesen vendido su alma por saborear tus labios, o sentir tus caricias en su piel. Yo también te miré con ojitos de cordero degollado y dejé migas camino de mi casa por si querías ir. Nunca fuiste. Preferiste ser mi amigo, confiarme tus indecisiones, tus dudas, tus paseos de flor en flor.

Mirando a las estrellas recuerdo esas madrugadas regresando a casa. Algunas ilusionada, otras cansada de ser transparente. Hubo un momento en el que brille con luz propia en tu mundo, en el que te tuve al alcance de mi mano. Demasiado tarde, el tren ya había partido. No se puede perder lo que nunca se ha tenido.

Si hoy volviesen a cruzarse nuestros caminos, como lo han hecho otras tantas noches en la discoteca,.. quizá volviese a sentir que regreso a un tiempo pasado. Quizá pudiese confundir la conversación con una de entonces, porque para ti, el tiempo no ha pasado. Tu sigues siendo un hombre, yo una niña que se hizo mujer. Aquella muchachita te colocó en un pedestal, te coronó con su gran amor y escribió tu nombre con tinta dorada. La de ahora, se pregunta qué pacto hiciste con el diablo, por qué los años no parecen haber pasado por ti.. pero sobretodo ¿qué es lo que vió en ti? ¿en qué momento perdiste tu magia?

Repasando lista objetivos

Apenas si quedan dos meses antes de que las campanadas de la Puerta del Sol nos indiquen que hemos cambiado de año. Es hora de repasar aquella vieja lista de objetivos que Joel me animó a hacer.
Sigo diciendo tacos, aunque el número se ha reducido. Hace meses que abandonamos la hucha en la que íbamos “castigándonos” cuando mi compañero y yo de mesa cada vez que una de esas palabras salían de nuestra boca. He invertido tiempo y esfuerzo en volver a retomar las clases de idiomas, aunque a veces sienta que no tengo oído para ellos. He saboreado algunos momentos irrepetibles, de esos que contaré a mis nietos si un día los tengo. He vuelto a subir montañas, y a refrescarme los labios en lugares que no sabía que existían. He dado un paso al frente, y he puesto palabras a sentimientos que guardaba en mi interior. He visto miradas emocionadas, abrazos cálidos, sonrisas nerviosas, personas felices... He sentido la magia de esas palabras, de esos “te quiero”, “te admiro”.¡ Vencer la timidez, la vergüenza ha sido tan satisfactorio!
Me he propuesto que la sonrisa sea algo perenne en mi cara. No es una tarea fácil, pero me siento afortunada, y doy gracias a la vida por todo lo que me ha enseñado estos meses.
Sigo buscando ese vendedor de tiempo que me permita llenar mis bolsillos con algunas migajas de ese preciado tesoro.

14.10.05

Vuelve a sonar por enésima vez su voz ronca. Es la banda sonora que me acompaña en estos días de otoño, que acaricia el alma e invade el silencio. Derrotada de tantas batallas inútiles, sintiéndome un quijote, dividiendo la vida y el alma en dos, la noche me arropa con su manta de estrellas. Me enredo en el hilo que sujeta los sentidos, que pone los sentimientos a flor de piel. Ser sensible es caminar por la hoja de una espada. Deshojar una flor que te hace tocar el cielo, o te empuja al infierno.

Escucha…

me quedo con el roce de tus manos
me quedo con el borde de tus labios
me quedo con el sol de tu sonrisa
me quedo con el mar de tus caricias
que nadie me acaricia como tu,
dime, ¿con qué te quedas tú?

12.10.05

La señora Rosa

En mi niñez pasé muchos ratos en compañía de aquella anciana señora, que se pasaba las horas en la puerta de su casa tejiendo puntillas a ganchillo mientras el sol calentaba sus huesos. Era menuda y tenía la piel curtida por el sol y la vida. Aquella callejuela que separaba nuestras casas era el camino que recorría cuando iba a casa de mi abuela. ¡Cuántas veces me paré allí, a mirar embelesada como sus diminutos dedos tejían el hilo! ¡Cuántas veces fui a su encuentro cuando me sentía sola! ¡Cuántos ratos pasé a su lado jugando con mi muñeca!

Dicen que era una solterona, pero yo no lo recuerdo. Dicen que olía a vino, que era alcohólica, aunque yo nunca lo noté. Dicen que su casa estaba muy sucia, que apenas si tenía sabanas en la cama pero yo nunca subí a su hogar. Dicen que deshacía la puntilla por las noches porque no tenía dinero para comprar más hilo, pero yo nunca se lo vi hacer. Dicen que era pobre, pero yo sólo recuerdo lo cariñosa que era conmigo

11.10.05

JUEGO

Jugando en la mesa camilla una partida a las cartas, mi abuela me contaba historias de su infancia y juventud. Le gustaba recordar aquellos años mientras el frío del invierno nos hacia refugiarnos al lado de aquella estufa de madera. La lluvia seguía cayendo fuera, formaba un laberinto en los cristales de la ventana. Los troncos de madera chisporroteaban mientras las castañas se asaban.
-Tenía yo apenas 18 o 20 años cuando comencé a ir al baile que los domingos. Nos juntábamos en la casa que estaba al lado de la fragua y entonces era nuestro lugar de encuentro. Teníamos una gramola y un montón de discos.
A veces venían chicos y chicas de otros pueblos. Recuerdo que entre aquel grupo de jóvenes siempre me llamó la atención uno. Tenía la piel morena, y unos ojos negros como el azabache. No sólo yo pensaba que era el chico más guapo del baile. Julio, que así se llamaba, tenía una corte de admiradoras que comían en su mano. Compartió bailes y conversaciones con una y con otra, pero el nunca se decantó por ninguna.
- ¿Y tu qué hiciste? ¿Te gustaba?- le pregunte a mi abuela
- Yo siempre fui muy tímida. Le conocí un otoño cuando mi prima Sonia vino, y Él y su mejor amigo se acercaron a nosotras porque Julio quería conocer a esa joven rubia de ojos azules. Después de ese día, el siguió viniendo al baile, y siguió preguntándome por ella, aunque ella ya había regresado a la ciudad.
- ¿y que pasó?
- Yo seguí conversando con ellos, más con Fernando que con El. A veces pasaban semanas sin vernos, y cuando lo hacíamos me contaba su vida. Me consideraba su amiga. Yo prefería eso a nada. Le veía ir y venir con una y con otra –decía mi abuela, con una gran serenidad.
- ¿y no lo pasabas mal? ¿Por qué no te alejaste? Yo creo que no podría ser la amiga de alguien en esas circunstancias
- A veces me alejaba un poco, pero al final siempre le vi como un cachorro que busca cariño.
- ¿y que paso al final?
- recuerdo un día muy especial. Era un domingo de navidad. Ya no recuerdo ni el año. Había un concurso de baile, y no se por qué El me escogió a mi. Pasé la mitad de la tarde bailando con Él, sin parar baile tras baile en sus brazos. ¡No sabes cuantas sensaciones pasaron por mí! Estaba bailando con el hombre de mis sueños. Tenía sus brazos rodeando mi espalda. Baile tras baile acabamos ganando el concurso entre jadeos y risas –proseguía mi abuela con una gran sonrisa en los labios y un brillo en esos ojos que el tiempo ha tornado grisáceos.
- ¿y? -preguntaba yo toda intrigada
- El premio era un par de refrescos. Cuando nos acercamos a por ellos a la barra, recuerdo que me preguntó si quería salir con Él, que quería que le diese una oportunidad.
- ¡bien!. Se la diste, ¿verdad?
- es curioso, pero después de estar esperando ese momento meses, quizá incluso años, sentí que su tren ya había pasado. Las oportunidades se ganan con hechos y no con palabras. Preferí seguir pensando en Él como un amor platónico…
- ¿te arrepentiste alguna vez?
- hay veces que pienso en cómo habría cambiado mi vida si lo hubiese intentado, pero no me arrepiento. El siguió de flor en flor, aunque su éxito fue disminuyendo a la par que su cabellera. A veces se culpaba de no haber sabido aprovechar su oportunidad cuando la tuvo.
- ¿Qué fue de su vida? –le pregunté intrigada
- Seguimos viéndonos una temporada más en el baile. Después ellos dejaron de venir tan frecuentemente, y nosotros comenzamos a ir algunos domingos al pueblo de al lado. Algunas veces volvimos a vernos, y seguimos conversando como al principio. Para mí, El siguió siendo el mismo, con sus mismas inquietudes e incertidumbres, con la misma indecisión que siempre le guió en la vida. A veces me preguntó qué vi en Él.”
Después mi abuela se quedó en silencio. Se levantó y se puso a mirar por la ventana. Sus ojos se habían humedecido, y su mirada estaba cargada de nostalgia.

- ¿qué día es hoy? -me preguntó pasado un rato
- 11 de octubre -le contesté
- dentro de 5 días será su cumpleaños

10.10.05

Viaje de regreso

Calculo mientras conduzco en los miles de kilómetros que llevo a mis espaldas, en esos viajes de ida cargados de ilusión que contrastan con esos regresos llenos de nostalgia. Esas tardes de domingo que agonizan incluso antes de empezar. Apenas si son las nueve, y ya es de noche. Ni un alma recorre las calles. La carretera y los pueblos están desiertos como si fuese pleno invierno. Un escalofrío recorre mi cuerpo, como esta mañana cuando volví al pantano. El agua sigue retrocediendo. Ya se puede pasear al lado del campanario. Aquello que un día fue un pueblo, hoy sólo es una torre que desafía al tiempo, líneas de piedras que delimitan lo que un día fueron casas y tapias de huertos. Un silencio que se cala hasta los huesos cuando paseas por allí o te acercas al cementerio. Todo está vacío. Los que se fueron, también se llevaron a sus muertos.

Estiro los minutos de esas tardes de domingo hasta que se agotan, y en la oscuridad de la noche comienzo mi destierro. Los kilómetros se recorren en dirección contraria, mientras los recuerdos pasan como si de una vieja película se tratase. La nostalgia se tiñe de ternura, de ilusión, de satisfacción cuando se recrean esos momentos que me hicieron tocar el cielo con las manos, cuando paseé por allí donde soñé, cuando escribí con sonrisas instantes que serán, en mi memoria, eternos…

7.10.05

Soledad

Algunos siempre se sentirán solos a pesar de estar rodeados de gente. Otros llevan la soledad tatuada en la piel, y la ven como esa amiga incondicional que les acompañará allá donde vayan. Son solitarios. Se sienten completos y disfrutan de esos momentos tanto o más que cuando están acompañados. Se han acostumbrado a esa independencia, a esa forma de vida. Oigo que algunos comentan que esta sociedad está fomentando una generación de solitarios, de seres que se aíslan entre cuatro paredes y sólo miran al exterior a través de la ventana del monitor. Vivir en una burbuja tiene sus riesgos. Dejar de sentir el contacto del aire en nuestra piel, el olor de la primavera o la tierra mojada es uno de esos placeres inigualables. Ver las montañas no es lo mismo que ascender por el sendero que lleva a la cima. Mirar una fotografía no es lo mismo que grabarla en la retina mientras la tomas.
Algunos tienen miedo a la soledad, otros la ven como ese amante que les visita cada noche.

5.10.05

En el asfalto

Aquel día con el título académico en sus manos, se olvidaron las noches de estudio, las entregas de prácticas a última hora y los exámenes suspendidos unos tras otros. Casi 10 años de su vida invertidos para obtener aquella cartulina. Había hipotecado su juventud, y el futuro se mostraba prometedor. Dentro de unos días se incorporaba a su primer trabajo en la gran ciudad. Estaba nerviosa, deseosa de saborear esa libertad fuera del hogar familiar mientras preparaba sus maletas.

Nadie imaginaba que la chica que aquel domingo subió al tren, no regresaría. Aquel accidente hizo desaparecer la amiga incondicional y aventurera. Se llevó su alma, y abandonó su cuerpo. Dejó una caricatura de aquella muchacha alegre y dicharachera. Su dulzura y optimismo se esfumaron entre lo fármacos de aquel hospital. No perdió la existencia, pero la esencia de su vida quedó aplastada contra el asfalto.

3.10.05

Cae el telón

Cae el telón de nuevo, y sin embargo ahora es todo diferente. Mañana ese patio de butacas permanecerá vacío y en el escenario nadie recitará el monólogo. El polvo cubrirá las butacas. La oscuridad cobijará al silencio que ahora borra los aplausos de otros días.

Quizá algún despistado se cuele por la puerta, y espere en su butaca una función que nadie representará, como aquellos que siguen esperando con los brazos cruzados en el sofá de su cuarto de estar que la vida les sorprenda.

Tal vez algún actor sienta nostalgia al abandonar el teatro, y mañana sus pasos se dirijan hacia él como si de un autómata se tratase. Subido esas tarimas que un día le vieron recoger sus éxitos, quizá, descubra que el silencio es a veces el mejor premio a nuestro discurso, que los aplausos también se los lleva el viento. Sentado en mitad del escenario, descubrirá esa voz interior que ahora le hace ver que los titulares de la página cultural del periódico amarillean y se olvidan, que el mejor triunfo es volver a ser él, cuando se baja de ese escenario, y abandona la piel, de ese papel que le dejaron prestado.

Ahora que el telón ha descendido, comienza la diáspora. Cada uno con la maleta bajo el brazo camina allá donde le lleve el corazón, el destino, o el billete de tren que un día compró...

2.10.05

¿Te vienes?

Si te vienes conmigo te enseñaré palmo a palmo la tierra que me vio nacer. Te llevaré allí donde el Duero derrama sus primeras lágrimas, en las faldas de Urbión. Le acompañaremos en sus primeros pasos por los pinares y nos bañaremos en las charcas bajo las cascadas que forma en su camino. Seguiremos escuchando sus versos de agua, como si nos hubiese hipnotizado. Veremos desde el Mirón como rodea la ciudad con su abrazo a modo de despedida, antes de continuar su camino hacia el mar. Pasearemos por esos rincones que inspiraron a Machado y a Bécquer, y nos subiremos a lomos de un caballo para seguir al Cid en su destierro. Descansaremos en cada pueblo que encontremos en nuestro camino, buscaremos ese puente de 12 ojos por el que pasa el río, y le acompañaremos en su discurrir. Beberemos ese néctar de los dioses que algunos llaman vino, de la ribera del Duero soriana. Visitaremos castillos de moros y cristianos, uniremos con nuestra mirada las atalayas. Cerraremos los ojos para imaginar aquellas batallas que enfrentaron a moros y cristianos. Grabaremos en nuestras retinas inmensas llanuras de trigo, pequeños pueblos, eternos silencios que sólo algunas aves rapiñas rompen.
Si te vienes conmigo te enseñaré como el niño Duero nace y crece cada día, como sus aguas son el espejo donde mirarse, y te embrujan para volver