3.10.05

Cae el telón

Cae el telón de nuevo, y sin embargo ahora es todo diferente. Mañana ese patio de butacas permanecerá vacío y en el escenario nadie recitará el monólogo. El polvo cubrirá las butacas. La oscuridad cobijará al silencio que ahora borra los aplausos de otros días.

Quizá algún despistado se cuele por la puerta, y espere en su butaca una función que nadie representará, como aquellos que siguen esperando con los brazos cruzados en el sofá de su cuarto de estar que la vida les sorprenda.

Tal vez algún actor sienta nostalgia al abandonar el teatro, y mañana sus pasos se dirijan hacia él como si de un autómata se tratase. Subido esas tarimas que un día le vieron recoger sus éxitos, quizá, descubra que el silencio es a veces el mejor premio a nuestro discurso, que los aplausos también se los lleva el viento. Sentado en mitad del escenario, descubrirá esa voz interior que ahora le hace ver que los titulares de la página cultural del periódico amarillean y se olvidan, que el mejor triunfo es volver a ser él, cuando se baja de ese escenario, y abandona la piel, de ese papel que le dejaron prestado.

Ahora que el telón ha descendido, comienza la diáspora. Cada uno con la maleta bajo el brazo camina allá donde le lleve el corazón, el destino, o el billete de tren que un día compró...

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