13.7.11

Hay lugares

Hay lugares de los que uno nunca se acaba de ir, a los que uno regresa una y otra vez, como si esperase encontrar en una de esas visitas recurrentes, algo que ha perdido, que no acaba de encontrar...

Hay lugares que van con uno mismo, allí donde uno vaya, sin importar los kilómetros y el tiempo, a los que uno regresa con la memoria  (y con los pies) para reencontrarse con uno mismo y sus momentos, ...

Hay lugares que son la banda sonora de nuestra vida,  los colores de nuestro horizonte, la mantita de colores donde cobijarnos...



12.7.11

Acompañando al río Lobos

Dicen que uno no puede visitar esta provincia sin detenerse al menos unos instantes en este parque natural y recrear la vista en este cañón de origen kárstico que durante más de veinte kilómetros el río Lobos ha ido erosionando a lo largo de los años.


Unos os hablarán de su valor medioambiental, de sus paredes calizas de más de doscientos metros de altura, de las bellas y caprichosas formas que la erosión ha ido dando forma, de sus simas y cuevas, de los bosques de sabina albar o enebro y de pino pudio, del quejigo o la encina, del tomillo y el espliego, de los chopos y los nenufares, de los buitres leonados, de las aguilas y de otras rapaces...




Otros os harán participes de su contenido exoterico, de la ermita de San Bartolomé que formó parte del monásterio templario de San Juan del Otero, de sus elementos artisticos y de la simbologia de sus canecillos y su rosetón...





7.7.11

siempre hay

… siempre hay un momento en el que te das cuenta de que, si no lo has sido ya, ya no podrás ser nunca feliz en la vida. Ése es el momento en que ves la cabeza de la serpiente asomar en forma de accidente o de hospital o marido o a lo mejor sólo de habitación vacía,… (Volver al mundo, J.A.González Sainz)

 

Al menos hay un momento en la vida, en el que uno busca las siete diferencias entre lo que uno es y lo que uno quisiera haber sido. Llámenlo crisis de los treinta o de los cuarenta, balance existencial, o cualquier otro eufemismo que no deja de nombrar ese momento de reflexión en el que uno intenta encontrar los cabos sueltos de su vida e intentar sujetarlos.  Es poner música y letra a un runrún que empieza bajito e intermitente pero que acaba haciéndose continuo e insoportable. Es descubrir lo efímero de las cosas, la tristeza de los caminos   no transitados, la angustia de sentir que hay un tiempo que ya no volverá. Es masticar la realidad más amarga, y aguantar las nauseas que producen los momentos perdidos, y tragar... Tragar para poder seguir, para acallar ese pepito grillo que nos recuerda cada oportunidad no aprovechada, cada elección errónea, cada si que tuvo que ser no, cada grito injustamente callado…

Hay veces que el silencio se hace más evidente y permite escuchar el tictac de ese reloj que cuenta hacia atrás… y uno se siente más perdido que nunca…