Dicen que uno no puede visitar esta provincia sin detenerse al menos unos instantes en este parque natural y recrear la vista en este cañón de origen kárstico que durante más de veinte kilómetros el río Lobos ha ido erosionando a lo largo de los años.
Unos os hablarán de su valor medioambiental, de sus paredes calizas de más de doscientos metros de altura, de las bellas y caprichosas formas que la erosión ha ido dando forma, de sus simas y cuevas, de los bosques de sabina albar o enebro y de pino pudio, del quejigo o la encina, del tomillo y el espliego, de los chopos y los nenufares, de los buitres leonados, de las aguilas y de otras rapaces...
Otros os harán participes de su contenido exoterico, de la ermita de San Bartolomé que formó parte del monásterio templario de San Juan del Otero, de sus elementos artisticos y de la simbologia de sus canecillos y su rosetón...