31.1.06

Decidimos

Nacemos y es como si nos soltasen en un laberinto con una única entrada y múltiples salidas. Habitamos una isla, rodeados de un mar en el que ahogaremos nuestra existencia y nuestro recuerdo. Papá nos acompañó y guió el primer tramo del camino, después aprendimos a volar solos.

Sentimos la velocidad en nuestra piel, y la adrenalina inundando nuestro cuerpo cuando nos lanzamos por primera vez por aquel tobogán. Desafiamos la gravedad cuando nos impulsábamos en el columpio intentando tocar el cielo con la punta de los pies. Entonces jugábamos a vivir, sin ser conscientes de que cada paso que dábamos, avanzábamos hacia un horizonte. Ni siquiera nos planteábamos hacia dónde íbamos.

Después comenzamos a escoger. Nuestro camino se lleno de cruces, de múltiples alternativas que nos acercan a unos objetivos y nos alejan de otros. A veces fuimos valientes, otras actuamos más temerariamente. Hubo momentos en los que nos lanzamos a la piscina, sin ni siquiera haber comprobado si había agua dentro, y en otros momentos no nos atrevimos a bañarnos por miedo a perder la ropa.

Somos los capitanes de nuestro barco, las manos que dirigen ese timón que las circunstancias bambolean. Somos los que decidimos nuestra ruta, los que hinchamos las velas para dirigirnos a un puerto u otro. Somos los que, en un determinado momento, determinamos que es necesario replantearse el viaje, cambiar de rumbo, regresar a casa o continuar tras un sueño.

La vida es un laberinto sin salida. Sólo decidimos el recorrido, el lugar donde descansaremos cuando estemos fatigados, o la cima que nos gustaría escalar. Somos el resultado de nuestras decisiones. En cada una de ellas algo muere y algo renace…

30.1.06

Nos ilusionamos

Nacemos y asistimos como espectadores en primera fila a ese espectáculo de magia que es la vida. Cuando éramos niños miramos atónitos cómo cada atardecer el sol se escondía, cómo la luna llena iluminaba el cielo, cómo se deslizaba un barquito de papel en el agua hasta perderse río abajo. Teníamos la imaginación impregnada en las pupilas y los días eran eternas jornadas de juegos.

Después crecimos, y nuestro camino se llenó de zarzamoras. Algunos dejaron parte de sus vestidos de optimismo colgados en ellas. Dicen que crecer hiere gravemente a los soñadores, que deambulan sin rumbo cuando les falta la esperanza.

El tiempo endurece nuestra mirada. Aquello que un día nos entusiasmó como nunca, se ha vuelto tan cotidiano que ya ni nos fijamos en ello. Es necesario esforzarse y echarse colirio para seguir viendo algunas cosas con ojos brillantes de ilusión. Miramos a los niños y envidiamos su mundo de fantasía y despreocupación, pero sobretodo sus utopías.

Me gusta mirar a los ancianos a los ojos, perderme en esas pupilas grisáceas que la experiencia ha transformado en mares de serenidad, y poder mirar cómo la ilusión por las pequeñas cosas vuelve a aflorar en su mirada, como cuando eran niños.

La ilusión es la vela que ilumina nuestra vida, el color azul que tiñe nuestro príncipe, el avión que nos lleva más lejos, los ladrillos de nuestros sueños, …

29.1.06

Nos transformamos

Nacemos y la piel comienza a oxidarse, a envejecer. Nuestra metamorfosis comenzó nueve meses atrás, en silencio, alejados de los curiosos. Fuimos cachorros indefensos en un mundo desconocido. El tiempo borró el aroma de bebe de nuestra piel, y la eterna mirada de sorpresa. Nos tomaron de la mano, y nos fueron guiando. Respondieron a nuestras insaciables preguntas, y nos enseñaron a volar solos. Crecimos y empezamos a sentir la adrenalina cuando caminamos por ese alambre que se alza a varios metros del suelo, porque eso, a veces, es la vida. Festejamos cumpleaños, mientras nuestro cuerpo va cambiando. Las fotografías son instantes congelados en el tiempo, retales de un pasado que se cuela entre los rayos del presente. Ni siquiera lo recordamos como fue entonces, sino edulcorado.

Vamos transformándonos, igual que los jardines van cambiando en cada estación. El tiempo borra la juventud de nuestros rostros, coloca en su lugar la serenidad que da la edad. Esconde hebras blancas entre nuestros cabellos, y las arrugas comienzan a florecer.

La vida nos transforma a cada paso, en cada hondonada. Es un libro que sólo se escribe y se lee una vez. Cada día pasamos una nueva hoja, y en cada pie de página morimos, para en el encabezado de la siguiente poder renacer…

27.1.06

Aprendemos

Nacemos y somos cuadernos en blanco, semillas enterradas que comienzan a germinar. Somos espectadores de un gran documental, y tenemos el privilegio de poder en él actuar. Cuando éramos bebés, mirábamos e intentábamos imitar, repetíamos las palabras que escuchamos, los gestos que veíamos en otros. Después crecimos y durante un tiempo vivimos como caballos desbocados. Teníamos la rebeldía a flor de piel, la libertad como único estandarte. Escribimos los capítulos más tiernos de nuestra historia, el despertar de nuestros sentidos a la vida. Descubrimos que nada es eterno, que un día sin aprender algo, es un día perdido.


El tiempo que una vez fue nuestro aliado, ahora empieza a sernos esquivo. Aquel guión sobre el que escribimos nuestros sueños, no se ha cumplido. La vida tiene muchas gotas de improvisación, de caminos que se cruzan, de puertas que se abren, y otras que se cierran.

¡Cuántas veces habremos caído! ¡Cuántas veces nos hemos tropezado con la misma piedra! Somos animales de costumbres. La vida es nuestra maestra todos los días; nosotros unos estudiantes mediocres, que seguiremos golpeando nuestras rodillas contra la roca, mientras no aprendamos a esquivarla.

Y cada día, nacemos y renacemos para seguir aprendiendo, porque eso, para mi, es la vida.

26.1.06

Sentimos

Nacemos y la vida nos parece un tiovivo de imágenes, un popurrí de voces, una sinfonía de gestos. Crecemos y los sentimientos son madejas de hilos que se enredan formando figuras inimaginables. Deseamos encontrar ese cabo por donde desenmarañar ese ovillo. Tiramos de él, y pasamos de la indiferencia a las primeras miradas, como la primavera sucede al invierno. Convertimos el cariño en pasión como si de un tórrido verano se tratase.
Sentimos como el hielo se derrite en unas pupilas que nos miran fijamente, como el corazón se encoge cuando escuchamos una voz que nos llama "bonita".
Venderíamos nuestra alma, por uno de esos besos que soñamos recibir de sus labios. Pintaríamos con brochazos de nubes, en ese cielo azul un te quiero que no olvidase jamás, que pudiese ver allá donde esté... porque cuando se quiere, se quiere para siempre...

24.1.06

Lloramos

Nacemos y abrimos la puerta de este mundo entre lágrimas. La primera bocanada de aire nos produce escozor en nuestros ojos e inunda de vida nuestros pulmones. Llegamos a un mundo desconocido. Nos sentimos hormigas en un lugar de gigantes. Aquellos lloros de bebe sólo eran llamadas a mamá en nuestro lenguaje. Después nos enseñaron a hablar y dejamos que esas gotas saladas sólo mojen nuestras mejillas en ocasiones especiales, cuando las palabras se quedan mudas para expresar nuestras emociones.

Lloramos y nuestro llanto es como las olas de un mar embravecido, que lucha por escapar entre nuestras pestañas. Torrentes de agua que arrastran penas y amargas decepciones, despedidas y soledades, impotencias y tristezas.

Otras veces, nuestras lágrimas son como los gorgoritos que se forman en los charcos los días de lluvia: alegres, risueños. La máxima expresión de la alegría que sale a borbotones por nuestra mirada...

Lloramos y nuestro mundo se cubre de nubes negras que amenazan tormenta. Ríos que fertilizan la tierra, que lavan nuestras pupilas para que podamos ver, con nitidez, el arco iris donde renace la vida..

22.1.06

Vivimos

Nacemos y empezamos a sentirnos solos, a caminar por esta vida sin más compañía que nuestra memoria, sin más abrigo que nuestra piel. Avanzamos sin mapa donde se marque nuestro camino, rectificando a cada paso, pasando frío cada invierno, y calor cada mes de agosto. Ansiamos encontrar un compañero, que haga más ameno este crucero, que arrastre con nosotros el equipaje. Buscamos y, a veces, encontramos lo que demandamos, y otras nos conformamos con una mala imitación sólo con tal de no estar solos. La soledad es esa carcoma que pudre nuestra alma, esa cadena que arrastramos colgada de nuestro cuerpo, esa sombra que nos acompaña en el camino. No siempre la vemos, pero siempre está ahí.
Nacemos y en el mismo momento que nos cortan el cordón umbilical nos condenan a vivir solos, incluso en compañía. A partir de ese instante vamos pintando nuestra vereda en un mapa mudo, a veces en compañía y otras como lobos solitarios. Siempre en movimiento, avanzando. Caemos y nos levantamos, con alguna que otra herida.. y en cada paso que damos, morimos y renacemos

21.1.06

Crecemos

Nacemos y nos vamos aburriendo. Esos ojos que miraban atónitos al mundo se vuelven miopes según vamos creciendo. Dejamos de perseguir palomas en los parques, de hacer castillos de arena en la playa. Olvidamos que subidos a un columpio un día tocamos el cielo con nuestros pies. Caminamos con las manos en los bolsillos y la mirada perdida en el asfalto. Gastamos los días como las suelas de nuestros zapatos, arrastrándolos.
Crecemos y las cataratas se acomodan en nuestros ojos. Dejamos de buscar ese detalle que diferencia hoy de ayer, y probablemente de mañana. Silenciamos preguntas por miedo a escuchar sus respuestas. Dejamos que nuestras ilusiones se hundan en el fango de la monotonía, y mandamos callar a ese corazón que a veces se revela. Sentimos como sus latidos se aceleran cuando escuchamos esa voz que pone en erupción el volcán de nuestros sentimientos, y renacemos

18.1.06

Reímos

Nacemos y el mundo se nos muestra borroso. Crecemos y las cosas comienzan a tomar forma y sentido. Miramos con ojos asustados, esa realidad desconocida y comenzamos a hacer preguntas que satisfagan nuestra inmensa curiosidad. Subidos a una banqueta, nos asomarnos a la ventana y esperamos ver nuestros sueños. Pasamos del llanto a la risa con la misma facilidad con la que una mariposa levanta el vuelo. Reímos y el mundo se ilumina; los problemas desaparecen, y las estrellas parecen brillar más que nunca. Sonreímos, y el niño que albergamos en nuestro interior vuelve a renacer en nosotros. Nos ilusionamos como cuando subíamos a un columpio, y creíamos tocar el cielo con los pies. Entonces, no lo sabíamos… pero nuestra risa contagiosa era la mejor medicina para los demás…

16.1.06

Nacemos

Nacemos y empezamos a escribir nuestra propia historia. Siempre avanzamos como el agua del río deslizándose hacia el mar. Cargamos sobre nuestras espaldas recuerdos y vivencias. Tenemos en el alma cicatrices que no dejaron huella en nuestra piel.
Nuestra conciencia es nuestro juez, y la memoria el libro que dejaremos escrito, o al menos dictado. Crecemos y escogemos nuestro camino en el laberinto en el que nos vemos inmersos. Rebuscamos en los bolsillos palabras que hablen por nosotros, que lleguen como dardos al centro de la diana. A veces nos sentimos impotentes, cuando sentimos que no somos capaces de expresar ese remolino de sentimientos y sensaciones que nos inunda el corazón.
Soñamos con que nos quieran y querer, con que no nos olviden nunca, y seamos esa sombra que camina a su vera, agarrada a su mano.

14.1.06

Sin palabras

Quisiera que tú me entendieras a mí sin palabras.
Sin palabras hablarte, lo mismo que se habla mi gente.
Que tú me entendieras a mí sin palabras
como entiendo yo al mar o a la brisa enredada en un álamo verde.
...

12.1.06

Montañas


"Las montañas son siempre las mismas,
las miradas las hacen distintas"

9.1.06

Nkuwu

Los días en Nkuwu transcurrían lentos y silenciosos. No había relojes que marcasen el ritmo del tiempo, ni pautas que seguir. Las mañanas se despertaban entre sabanas de niebla. El sol posaba sus pies sobre alfombras heladas.

En Nkuwu todo se reduce a la esencia. Es volver a vivir sin agobios, sin agenda; redescubrir el silencio, y el sonido del viento; ver como los colores se intensifican cuando los rayos de sol calientan los paisajes; oler la tierra y la fragancia de los pinos.

En aquellos días el tiempo pareció detenerse, como las aguas de los ríos helados. Sólo fue un espejismo; el tiempo pasa aunque la cuerda del reloj se haya acabado.

7.1.06

Pantanos de tiempo

Si hoy pudiera pondría una presa a ese río que es el tiempo. Crearía un pantano donde almacenar cada uno de esos minutos que siento instantes no justamente aprovechados.

Regaría con goteo las ilusiones, los sueños para que nunca se secasen, para nunca dejasen de crecer.


Y cuando estoy contigo, y las horas vuelan tan deprisa como águilas imperiales, abriría la compuerta para que nuestras conversaciones no acabasen nunca.

4.1.06

Reyes Magos

Han pasado muchos años desde la última vez que les escribí. Por aquellos tiempos yo era una niña que con letra redondita les pedía muñecas y otros juguetes. Han pasado tantos años desde entonces, que me faltan dedos en las manos para contarlos.

Mañana volverán a recorrer a lomos de dromedarios, caballos, o preciosas carrozas mecánicas muchos puntos de la geografía. Sentarán en sus rodillas a cientos de niños que les contarán lo buenos que han sido y la ilusión que les hace que les dejen este o aquel juguete. Serán los responsables del brillo de sus ojos, y de ese nerviosismo que a unos les hará hablar sin parar y a otros enmudecer.
Será la primera vez que les vea pasear por estas calles y lo haré desde las pupilas de alguien que les espera impaciente desde hace semanas, que ha dictado su carta porque todavía es muy pequeña para escribirla y cuando les ve por la televisión, frota sus manitas y exclama ¡qué pronto vamos a vernos!

Ahora me toca a mi escribir la mia. El año pasado no os pedí nada, pero me trajisteis muchísimas cosas que jamás había soñado. Me enseñasteis que mi felicidad está fundamentalmente en mí. Me trajisteis amigos de otros lugares y algunos se quedarán para siempre en mi corazón y en mi vida. Me dejasteis vuestra estrella para que me acompañase en el camino y no me sintiese sola y desamparada en mitad de la noche. Me regalasteis sonrisas e ilusiones.

Esta vez tampoco os pido nada para mí. No hay ningún regalo mejor que ver a mi gente más querida feliz e ilusionada, con ganas de levantarse después de cada caída, esperanzada porque mañana será su gran día, con fuerzas para seguir en esa montaña rusa que es la vida. Me gustaría verles sonreír cada mañana, ilusionados en cada amanecer como mañana lo estarán miles de niños, valientes como cuando se acerquen a ustedes y les susurren al oído sus sueños.

Apenas si quedan unas horas para vernos… y para sentir su magia más cerca, la ilusión que siembran en tantos y tantos corazones, la esperanza que se mezcla en la tinta de tantas cartas como ésta…
Yo, como tantos niños, también les sueño, también les quiero…


3.1.06

La llave de la dicha

Cuando gira el pomo de esa puerta y la cruza, el tiempo pierde su sentido. Es un billete a un tiempo en el que los aromas de pasado perfuman el presente, y los recuerdos siguen galopando tras las colinas hasta esconderse tras los pinos. Allí, en medio de aquella cima, el mundo parece postrado a sus pies. La libertad es como el aire que enreda sus rizos y el viento que borra sus preocupaciones.

La felicidad, o al menos la suya, es eso. Perder la mirada en el horizonte entre las tierras rojizas, los verdes pinares y ese inmenso cielo azul. Sentir el aire frío del norte en su cara. Vivir un nuevo atardecer que tiña de tonos rosados el paisaje.

Cada uno es dueño de la llave de su felicidad, de su dicha... o eso, al menos, ella piensa. Aunque a veces cueste recorrer kilómetros por empinados caminos y zambullirse en océanos hasta encontrarla.