18.7.07

Alguna vez

¿Alguna vez soñaste con un espectáculo de colores tan maravilloso como ese?

¿Has dejado que tus ojos miren atónitos el cortejo entre el día y la noche?


¿Alguna vez pudiste ver reflejado el deseo en la estela de ese día que se baña cada atardecer en el horizonte?

¿No has envidiado sus caricias anarajandas y las miradas malvas que se dispensan?

¿Te has fijado como las nubes se alejan en ese cielo azul, hasta apagar la luz y dejarles solos, en la más estricta intimidad?

¿Observaste su coqueteo, sus susurros entre los últimos rayos de sol?

¿Creíste por un instante que sería posible resistirse ante tanto poder de seducción, ante ese despliegue de mágico encanto?

¿No sería pecado mortal rechazar la posibilidad de sentir sus caricias bajo un manto de tintineantes estrellas?

17.7.07

Tiempo..

Vivir es recorrer el tiempo, pero recorrerlo como quien avanza por un alambre, desequilibrándose ahora hacia un lado y mañana hacia el otro, y así iba viviendo yo, sin conocer el equilibrio, procurando correr cada vez más para olvidarme del vacío que me rodeaba y llegar cuanto antes, no ya a un hogar, ni tampoco a un jardín inefable como el que solían hallar los caballeros tras muchas fatigas, sino a un lugar siquiera ligeramente más seguro que el propio alambre: a un escalón, a una barra, al cabo de una cuerda sujeta en algún sitio.


Un traductor en París (Bernardo Atxaga)

Quisiera

Cuando llego a la estación del Este siempre espero secretamente que haya alguien esperándome. Es una chorrada. Por mucho que sepa que mi madre esta currando todavía a estas horas y que Marc no es el tipo de persona que se cruce toda la periferia por llevarme el petate, siempre tengo esa esperanza idiota.

Una vez más, no ha fallado, antes de bajar las escaleras mecánicas para coger el metro, he echado una última mirada a mi alrededor por si había alguien... y una vez, en las escaleras mecánicas, el petate me parece más pesado.

Quisiera que alguien me esperara en alguna parte... Tampoco es nada del otro mundo


Quisiera que alguien me esperara en algún lugar (Anna Gavalda)

Los sueños olvidados

Helena soñó que se había dejado los sueños olvidados en una isla.
Claribel Alegría recogía los sueños, los ataba con una cinta y los guardaba bien guardados. Pero los niños de la casa descubrían el escondite y querían ponerse los sueños de Helena, y Claribel enojada les decía;
- Eso no se toca.
Entonces Claribel llamaba a Helena por teléfono y le preguntaba:
- ¿Qué hago con tus sueños?

El libro de los abrazos (E.Galeano)

15.7.07

Estrellas

Me pregunto si las estrellas se iluminan con el fin de que algún día, cada uno pueda encontrar la suya.



El Principito (Saint-Exupery)

12.7.07

Sirenita

En la era de la tecnología, donde los niños usan móviles, mp3 y todo aquel aparato electrónico que se renueva cada dos por tres, resulta curioso comprobar como los príncipes azules siguen viviendo en tiempos pasados. Continúan invitando a las doncellas al baile y las miran embobados desde la distancia. Y éstas aún abandonan el baile precipitadamente antes de que finalicen las campanadas que dividen un día del siguiente…

No sé en cuál de todos los peldaños que separan la realidad de la fantasía perdió mi sirenita su zapato de cristal, pero desde entonces el príncipe va de casa en casa, esperando encontrar a su dueña…

A veces creo que esa princesa de secano, que gira y gira como una peonza, se ha olvidado de sentir, de vivir,.. y deambula entre idas y vueltas..

¡Ay, amiga! No dejes que las campanadas del reloj que ahora escuchas se acaben sin soplar las velas y pedir tu deseo. Tienes frente a ti el genio de la lampara mágica, esperando escuchar de tus labios, esos sueños que ni siquiera compartes con el cuello de tu camisa por miedo a que el viento te los robe..

Escucha.. suena el timbre.. la vida llama a tu puerta.. o tal vez sea tu principe.. ;)


Felicidades sirena

10.7.07

Idas y vueltas

Ahora, de vuelta a la ciudad, nada es lo que parece. Van tan veloces por la autopista que quien les viera diría que están ansiosos por llegar. Es verdad que comparten el alivio que se siente siempre al final de un viaje: ha sido un mes tranquilo, sin contratiempos, en el que la única obligación era cumplir cada día con el rito de la playa, comer y cenar en el porche, dormir sin límite y, para Clara, leer sin medida. En realidad son pájaros que regresan a la jaula después de un tiempo en que creyeron ser libres, no tienen ganas de llegar, saben que por este año el recreo se ha acabado.

Tenemos que vernos (María Tena)

5.7.07

Refrán

Quien hambre tiene, con pan sueña.