¿Alguna vez soñaste con un espectáculo de colores tan maravilloso como ese?
¿Has dejado que tus ojos miren atónitos el cortejo entre el día y la noche?
¿Alguna vez pudiste ver reflejado el deseo en la estela de ese día que se baña cada atardecer en el horizonte?
¿No has envidiado sus caricias anarajandas y las miradas malvas que se dispensan?
¿Te has fijado como las nubes se alejan en ese cielo azul, hasta apagar la luz y dejarles solos, en la más estricta intimidad?
¿Observaste su coqueteo, sus susurros entre los últimos rayos de sol?
¿Creíste por un instante que sería posible resistirse ante tanto poder de seducción, ante ese despliegue de mágico encanto?
¿No sería pecado mortal rechazar la posibilidad de sentir sus caricias bajo un manto de tintineantes estrellas?