31.5.06

Educamos

¿Nacemos, nos hacemos o nos hacen? Llegamos a este mundo, vestidos únicamente con una herencia genética. La educación y el entorno en el que crecemos, son las ropas con las que nos vamos engalanando.

Nos cortaron el cordón umbilical y nos vistieron de blanco. Empezamos a contar desde cero, a rellenar silencios y a practicar mirando. Éramos apenas unos niños de tres años y ya habíamos aprendido casi todo en el tema de la emocionalidad. El resto era jugar según las reglas del juego de la vida, observando. Siempre observando.

Algunos mayores olvidan el sentido común que aplican en su vida, y se comportan como niños con sus hijos. Han pasado de ser padres a ser amigos. Delegan su educación y cuidado en terceros. Acallan su sentimiento de culpabilidad, siendo permisivos y generosos cuando están con ellos. El miedo a enfrentarles es el abono de esos niños que saben cómo usar el chantaje emocional para conseguir lo que ellos quieren.

Los bebés crecen. A veces se sienten los tesoros de la casa y, otras, los estorbos que impiden vivir eternamente como si tuvieran 30 años a sus padres.

Paren y, algunos olvidan que incluso la mejor semilla requiere cuidados y abonos para crecer…

26.5.06

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Nacemos con los ojos cerrados. Quizá por eso no distinguimos los juegos de sombras en la oscuridad. Nos obsesionamos con retener instantes fugaces, con buscar una felicidad que se nos escapa de las manos. Llevamos demasiado tiempo siendo molinos de viento, incapaces de retener el viento.

Estamos hechos de sueños y engaños. Los cientificos dicen que nuestro cerebro es crédulo, que activa el mismo grupo de neuronas al percibir la realidad que al imaginarla.

Algunos dicen que “nunca llueve sino diluvia”. Los pequeños chubascos y las ligeras lloviznas apenas nos molestan. Casi ni las notamos. Sólo cuando hay un verdadero chaparrón nos hacemos conscientes del clima.

La alegría y la pena están separadas por una frontera del grosor de un sedal para las personas sensibles. Los límites se difuminan como lágrimas en el mar.

Hay días en los que uno se levanta de la cama convencido que, por fin, va a dar esquinazo a todos los problemas del mundo, de que ha llegado el final del viaje…

15.5.06

Confesamos

Nacemos y ahí comenzó un paseo a través del tiempo y de los verbos. Todo viaje tiene un origen y un fin, y quizá esto último sea lo que le da sentido. Hemos perdido el billete de partida que una vez tuvimos en las manos, y el próximo destino en este itinerario se muestra borroso.

Todo parece confuso. El miedo y la incertidumbre es la niebla que aparece en nuestro camino. Llevamos ampollas en los pies, y rasguños en las rodillas. Dibujamos una imagen que, a veces, poco tiene que ver con la nuestra o con la que creemos que es la nuestra. Nos envidian, y todavía no hemos encontrado el motivo. Nos creemos únicos y somos un número más entre miles.


Hemos dejado que la tristeza y la nostalgia se acomoden en nuestra mirada y opaquen nuestra ilusión. Tenemos callos en las manos. Sentimos que esta maleta pesa demasiado para continuar el viaje…

9.5.06

Tenemos

Nacemos y empezamos a vivir nuestra historia. Esa que no aparecerá en los documentales ni en los libros de texto. A la mayoría nos parieron como seres anónimos, y así moriremos. Nuestro nombre sonará desconocido, y nuestros pasos dibujarán un camino que recorremos la mayor parte ensimismados en nuestros pensamientos.

Algunos sentirán todas las miradas fijas en ellos, el día de su primera comunión o cuando pronunciaron aquel “si, quiero”. Efímeros momentos de gloria donde uno vende el actor que uno lleva dentro.

Pronunciamos discursos engrandeciendo unas y otras cosas, ensalzando las ventajas y pasando de puntillas sobre los defectos de lo que vendemos. Somos marionetas de esta sociedad de consumo, de este mundo tan ambicioso. Confundimos el verbo ser con el tener, y compramos la felicidad en grageas.

A veces osamos asomarnos al espejo sin maquillaje, y nos obligamos a mantener la vista fija en él. Con el alma desnuda y la humildad cubriendo nuestra mirada, descubrimos ese yo que confiesa sus miedos y sus deseos. Algunos creen que esperando que el tiempo pase, recibirán la absolución por esos pecados.

Unos creen que somos los que tenemos y, otros, que lo único que realmente tenemos es lo que somos...

5.5.06

Volvemos

Nacemos y algunos creen que esos datos que rodean a ese acontecimiento marcan e influyen en nuestra existencia. Ellos sostienen que las estrellas marcan nuestro camino, como si se tratasen de migas de pan que el destino ha ido colocando, y que nosotros vamos recogiendo.

Siempre hablamos de salidas e inicios, de proyectos por hacer, pero volver es tan importante como ir.

Algunos fuimos condenados a ser almas errantes. Nos desterraron de nuestro mundo. Nos convertimos en aves migratorias que regresan como aquellas oscuras golondrinas de las que hablaba Bécquer. Aprendimos a volar mirando de reojo ese punto en el mapa geográfico del que nos alejábamos. Sentimos que ese lugar es la mano a la que el yoyó retorna momentáneamente cada vez que la cuerda se agota. Pero cada regreso es distinto.

Algunos volvemos para reencontrarnos, para atrapar ese mundo que sentimos que se nos escapa de las manos, para encontrar respuestas que llenen esos vacíos que crecen como agujeros negros en nuestra existencia. Regresamos con la esperanza de ocupar silencios y soledades, heridas y tristezas como cuando éramos niños y corríamos a refugiarnos en las faldas de mamá. Volvemos para descubrir lo que somos en lo que fuimos; para renacer tras la tormenta, y levantar de nuevo el vuelo

3.5.06

Nombramos

Nacemos y ese dato rellena casillas en miles de formularios el resto de nuestra vida. Un lugar, una fecha que se repite aunque no tenga sentido en ese momento. Un dato insignificante para aquellos que se sienten ciudadanos del mundo. Pero el tiempo, el mundo, la historia adquiere su máxima expresión cuando los arrastramos a nuestra vera, cuando los vivimos en primera persona. Las cosas comienzan a ser cuando las nombramos con nuestra voz, con nuestras palabras. Es entonces cuando el velo de la indiferencia cae, cuando esa flor de ese jardín en primavera deja de ser una más, para ser nuestra flor. La única. Aquella que reconoceríamos en cualquier lugar.

Pasamos de lo abstracto a lo concreto. Vemos las cosas desde nuestra retina y las sentimos como si fuesen caricias en nuestra piel. La parcialidad es un cheque al portador. Nunca estaremos demasiado lejos para ver objetivamente.

Nombrar es dar vida a las cosas, vestir de gala a un vagabundo, convertir nada en todo en nuestro mundo,.. ese mundo que es porque nosotros existimos, y nosotros somos porque alguien nos nombra…