Se nos está olvidando hablar. Andamos perdidos en el laberinto de la rutina, de los pasadizos laborales y los toboganes de la vida. Se nos pasa el tiempo sin articular palabra, sin decir un "buenos días", o simplemente izar una bandera para que sepamos que seguimos ahí, remando y achicando agua en ese bote que es la vida, sin saber muchas veces ni que rumbo llevamos, ni siquiera por donde llegamos ahí...
Se pasan los días y el silencio es polvo que se va acumulando en nuestra memoria, los días empiezan a llenarse de olor a rancio, y la luz deja de entrar en nuestra imaginación.
Se suceden las estaciones, y los cajones se llenan de sueños incumplidos, de lugares a los que prometimos volver, y no volvimos; de historias que no escribimos, de llamadas que nunca hicimos, o que jamás recibimos…
Y en esos pensamientos que me atrapan mientras conduzco, recuerdo ese cuento que aun está por escribir, esa visita pendiente a algún lugar perdido y oculto entre zarzas que nadie quiere visitar, esa conversación que me hubiese gustado tener con alguien que ya no está, esos colores que me atrapan y me persiguen…