Vuelvo a este rincón de pensar, sintiéndome culpable por todos esos días en los que la pereza me vence y dejo pasar oportunidades para susurrar un “te echo de menos”, un “me acuerdo de ti”, o simplemente “estoy aquí”. Parece que la vejez también se ha colado aquí, y como un utensilio viejo, está arrinconado, esperando tiempos mejores, que seguramente no llegarán. Si una pandemia no ha conseguido que haya tiempo y energía para sacarle brillo, no sé qué será lo que pueda conseguir que luzca como en sus mejores tiempos…
Cuando emprendas tu viaje a Ítaca
pide que el camino sea largo,
lleno de aventuras, lleno de experiencias.
Y
lo fue. Aún recuerdo aquellos primeros pasos con una inmensa sonrisa, aquellos
juegos de palabras, aquellas ganas de echar a volar la imaginación,..
Pide que el camino sea largo.
Que muchas sean las mañanas de verano
en que llegues -¡con qué placer y alegría!-
a puertos nunca vistos antes.
Y
poder seguir deteniéndose en cualquier lugar, y releer para redescubrir, mirar
con ojos nuevos el mismo paisaje, o simplemente , frotarse los ojos para creerse
lo que uno ve, oye, siente…
Ten siempre a Itaca en tu mente.
Llegar allí es tu destino.
Mas no apresures nunca el viaje.
Paso
tras paso, sin prisa, disfrutando del aquí y el ahora, de lo importante según nuestros
criterios,..
Mejor que dure muchos años
y atracar, viejo ya, en la isla,
enriquecido de cuanto ganaste en el camino
sin aguantar a que Itaca te enriquezca.
Seguimos
caminando en medio de este laberinto camino a Ítaca. Quizá no exista para muchos, igual que soy todo y nada a la vez.