Son notas musicales arrancadas a las ramas desnudas de los chopos que acompañan al rio, hablan de mañanas de niebla y tardes de paseo, de pasos ligeros y otros más cansados, de ojos que se agrandan en cada descubrimiento, y de otros que parecen haberlo visto ya todo.
Tienen letras de inocencia mezcladas con la sabiduría que da vivir, se salpican entre la realidad y fantasía. Como aquellos días, en los que la noche nos invitaba a pasear por noches londinenses y pensamientos que se perdían al amanecer; donde la ilusión se conjugaba en tiempo presente, y la nostalgia en continuo…
Son estribillos de invierno, capas de escarcha blanca y sueños de crepitar en la chimenea, de velas que no se volverán a encender, porque no hay quien las sople. 99 hubiesen sido..
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