3.3.25

Rosa

A menudo me acuerdo de ella, sentada en la entrada de una puerta que ya no está, con su ganchillo tejiendo puntillas blancas, que deshacía cuando el hilo se acababa para volver a empezar de nuevo. Recuerdo quedarme embobada mirando cómo lo hacía, verla enrollar la tira que poco a poco iba creando. También la sorpresa cuando pasados unos días, volvía a ver el ovillo grande y las manos vacías.


Rosa no sabía ni qué era la meditación ni el mindfulness. Tampoco lo necesitaba. Ella conocía cómo encontrar su paraíso mental sin necesidad de ponerle nombre. Practicaba el slow life y el reciclaje, también la reutilización.

Cierro los ojos buscando encontrar sus manos en mis recuerdos de niña, pero lo único que consigo es dibujar una sonrisa... ¡Qué pena no tener la oportunidad de volver a sentarme en aquel escalón!