Dice el Principito que todas las personas mayores primero fueron niños... Y la diferencia entre uno y otro quizá sea la capacidad de ilusionarse, de rebelarse, de improvisar, de soñar, de vivir sin miedo... Y es que los adultos siempre necesitan explicaciones, y tal vez, volvemos a ser niños cuando amordazamos la razón y sus argumentos para simplemente dejarnos llevar y sentir..
Siempre he amado al desierto. Uno puede sentarse sobre una duna de arena sin ver ni escuchar y, sin embargo, siempre hay algo que brilla en el silencio. Encontrar ese algo, es el reto de cada amanecer, la manera que tiene la vida de seducirnos cada día... A veces no será más que una sonrisa; otras, una voz risueña a través del teléfono,.. y en alguna ocasión, quizá nos topemos hasta con nosotros mismos.. Quizá el secreto esté en que hay que exigirle a cada uno aquello que es capaz de hacer o dar... en dejar que la libertad sea la marque las pautas, porque no hay mejor regalo que la compañía de ese pajarillo que sigue a nuestro lado, a pesar de tener la ventana abierta… Esta es la clave del sentido de la vida; amar es preocuparse por otro... es sentirse responsable por otro
Yo también me pregunto si las estrellas se iluminan con el fin de que algún día, cada uno pueda encontrar la suya... Tal vez sean las migas que alguien dejó indicándonos el camino a seguir para encontrar el tesoro en nuestro plano vital, las piezas de nuestro puzzle personal… Ese que varía según la altura desde donde lo miremos ...
Tal vez por eso me gusta por la noche escuchar las estrellas. Son como quinientos millones de cascabeles
Sólo se ve bien con el corazón, lo esencial es invisible para los ojos.
El principito ( A. Saint Exupéry)