Recorrimos uno de esos bellos jardines que regala la primavera y que roba el invierno, donde la vida brota y va de flor en flor. El vuelo de las pizpiretas mariposas robó nuestras miradas. Nuestra voz enmudeció por miedo a romper ese paraíso. No recuerdo cuando se hizo de noche, cuando el atardecer arrebató los colores a la tarde y el trinar de los pájaros dejó paso al frío silencio. Era el mejor sitio del mundo.
Se nos murió el verano. Enterramos nuestros cuerpos bajo abrigos raídos, dejamos que el otoño y el invierno, arrastrasen la suavidad de los pétalos en nuestras manos. Nuestro oasis se borró en algún momento indeterminado de este blanco invierno. Tal vez, sea el momento de abandonar el banco nevado, de recoger los lápices de colores y continuar andando.
Era el mejor sitio del mundo.
Era un sitio hermoso... pero, como las aves, hay que coger el maletín de los colores y los trinos y salir en busca de los jardines que la nueva primavera extiende ya... mírate dentro... ¡el Edén!
ResponderEliminarbesos¡¡¡¡¡ pero......muchos¡¡¡¡¡
Y espero que siga encontrando cada año, en sus adentros estacionales, suspiros que le obliguen a abrir las alas de los pájaros y de las mariposas. Me alegra tu vuelta.
ResponderEliminarUn abrazo
Y que cada estación traiga al encuentro miles de flores abriéndose como el calor y dulzura de tus palabras!
ResponderEliminarBikos mil.
Saludos y gracias por tus comentarios en "Aceptando lo que venga".
ResponderEliminarQuizás volvamos a "vernos".
Llegué. Por fin. Despues de remover cielo, tierra y blogosfera, te he encontrado.
ResponderEliminarUn abrazo fuerte desde Bucarest. Te seguiré!
Pente
Siempre hay tiempo de volver al mismo lugar, aunque los tiempos no sean los mismos...
ResponderEliminarUn abrazo.
No temas, ya sabes que el tiempo gira como una rueda...y no dudes que te volverá a traer éste y quizá otros sitios.
ResponderEliminarBesos
Siempre hay tiempo para recomenzar y debemos de aprovechar ese regalo.
ResponderEliminarBesos