14.12.09

Billete de ida y vuelta

No hay nada como perderse una tarde de invierno, cuando el viento azota las pocas hojas que aún se resisten en los árboles, por alguno de esos rincones donde la vida trascurre alrededor de una chimenea, en el mejor de los casos, para sentir que hay un mundo que agoniza frente a nosotros. Cuando uno recorre alguno de esos lugares, donde las omnipresentes ruinas nos recuerdan que hubo un tiempo en el que se escuchaban los latidos, uno no puede dejar de preguntarse si aún es posible encontrar en medio de ese mundo en peligro de extinción, algún brote de esperanza.

Somos una generación que hemos crecido sin arraigo a la tierra. Ciudadanos del mundo, dicen algunos, mercenarios de las oportunidades viajamos ligeros de equipaje. Hemos cortado el cordón umbilical que nos une a los lugares desde los que partimos, o quizá nunca hemos pasado suficiente tiempo en ningún lugar para sentir que hemos enraizado. Somos buscadores de paraísos perdidos. Nuestros padres abandonaron su casa en busca de una oportunidad. Nosotros no hemos querido encontrar el camino de regreso.

Volvemos, pero nunca compramos un billete de sólo ida. Y en ese regreso que apenas dura unos días, esperamos que se haya establecido un pacto, que el tiempo no haya desgastado nuestros recuerdos, que podamos retomar la vida, en el instante siguiente al que nos fuimos la anterior vez. Pero las estaciones se suceden aunque no haya nadie quien las mire o las viva… y uno envejece más deprisa, cuando no tiene a nadie que le contagie vida…

5 comentarios:

  1. Cierto. Pero también es cierto que nos han cambiado muchos paisajes haciéndolos irreconocibles. ¡Qué tristeza volver a tu pueblo o ciudad, allá donde naciste... y no reconocer nada...!


    besos

    ResponderEliminar
  2. De acuerdo, amiga, desde la "cruz a la rúbrica" se decía

    ResponderEliminar
  3. Me gustan las palabras al final: contagiarle vida.

    Hubo un tiempo... sí, y estoy de acuerdo que el tiempo desgasta nuestros recuerdos. Y, sin embargo...

    Un abrazo

    ResponderEliminar
  4. Cuando uno sigue viviendo donde nació, y es participe de los cambios, tiene sensación de inmovilidad, y solo sabes que ha pasado el tiempo en el rostro de los amigos que se fueron y vienen a visitarte...

    fuzzy

    ResponderEliminar
  5. Bueno, quiza es que cuesta hacer esfuerzos. La gente es más cómoda. Quiza hay que trabjar más los recuerdos y vovlerlos a vivir.
    Besos

    ResponderEliminar