Me hablaba de volver a esa tierra que de tanto añorarla, se ha convertido en su paraíso perdido. Lo hacía pausadamente como quien se recrea saboreando los recuerdos. Se le iluminaban los ojos imaginando un futuro, mejor próximo que lejano, en ese rincón tan soñado. La ilusión modulaba su voz, y parecía arrastrarle del pasado al presente con la misma facilidad que la fuerza centrifuga hacía girar aquella comba de su infancia a la puerta de la escuela.
Volvía a aquel entonces, desempolvando los recuerdos y los iba colocando con mucho mimo sobre el tapete de aquella mesa como si fuesen las casillas del juego de la oca, e iba lanzando un dado imaginario que le llevaba de una anécdota a otra, arrastrada por la corriente en algunos casos y en otros, saltaba de una historia a otra, como si fuese caído en una oca.
Conjugaba pretéritos perfectos y lanzaba al aire algunos condicionales que marcaban el camino que esperaba trazar. Continuaba hablando sin parar, como si temiese que si se detenía, ese mundo desaparecería y no tendría donde ir. Vivía. Vive para volver. Volver. Volver. Siempre volver… ¡cómo si alguna vez se hubiese acabado de ir de allí!
A veces necesitamos hablar, para retener. Porque si no lo contamos, es como si no existiera.
ResponderEliminarHablar, para permanecer. Hermoso post.
Fuzzy
En ocasiones, las personas retomamos el pasado sintiendo que fue mejor que el presente actual. Nos lo creemos, lo aceptamos así, en vez de buscarle una alegría a nuestro día a día. No es malo, a veces necesario, pero es un vivir sin vivir, un querer sin poder...
ResponderEliminarNo debe ser tan bueno...
Besos
Algunas personas mayores tienen más presente el pasado que el propio presente, y en el se mueven mejor sintiéndose más seguros. Retroceden y retroceden en la añoranza y pierden la realidad que transitan...
ResponderEliminarBesos
ser de un lugar y vivir en otro nunca es fácil...siempre añoramos.
ResponderEliminarBesos