Veo al político de buena planta y me recuerda a él, a todos esos momentos a su lado donde tantas atenciones me asfixiaban, y que ahora, a veces, añoro. He pasado de alguien dispuesto a escucharme constantemente e ir limpiando las piedras de mi camino, a alguien que necesita hablar, más que escuchar y prefiere ver el campo desde la acera. He dejado de desgranar el alma y el pensamiento porque nadie hay que quiera realmente escuchar. A veces hablo sola , por miedo a olvidar cómo suena mi voz.
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Siempre hay quien quiere escuchar. Sólo hay dejarle que lo haga.
ResponderEliminarA veces nos olvidamos de eso que comentas, hablar para nosotros, nos permite escucharnos y ser quien mejor nos conozca. Aunque como dice Anónimo, realmente te puedes llegar a sorprender si te decides a compartirte...
ResponderEliminarUn abrazo fuerte.