Hay momentos en los que las ausencias se hacen más
patentes, en los que todo nos recuerda a alguien o algo que no está a nuestra
vera.
Son días en los que uno pediría que se parase el
mundo, para poder bajarnos, o simplemente escondernos de él. No hay argumentos,
sólo esa sensación de soledad que nos inunda y nos oprime hasta casi
ahogarnos.
Nos sentimos solos e incomprendidos. Nos volvemos sonámbulos en
nuestros pensamientos. Nos arrastramos como alma en pena, y nos preguntamos una
y otra vez, cuánto importamos al resto,... si pasan a nuestro lado como si no
nos vieran.
Como si fuésemos un hámster en una rueda, volvemos a ese pensamiento de añorar lo que no tenemos al alcance de la mano una y otra vez, y sentimos que cualquier tiempo pasado fue mejor.
Son momentos de refugiarnos bajo un paraguas y dejar que la lluvia sea esa cortina transparente que nos protege del mundanal ruido, de cubrirnos con mantas de colores en días grises, y poner lápiz de labios rojo, a noches de insomnio.
Hay momentos para sentir la tristeza, para abrazarse uno mismo, y encogerse como si volviésemos al útero materno,... pero igual que entonces, son periodos preparatorios para la vida fuera de ese microcosmos, luego toca abrir los ojos y volver a descubrir...
Cierra lo ojos,
escucha la música de fondo, .... Bailemos , dejemos volar los pies al compás de
los violines, giremos hasta que los colores se mezclen formado un arco iris,
llenemos los pulmones con aromas de primavera....
Sigue bailando,
déjate llevar, canta la melodía,sueña...
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