31.1.24

Marcela

La vida nos coloca maestros en casa esquina.  A veces con tiza en las manos, pero la mayoría del tiempo no la  necesitan para guiarnos en este laberinto.  Nos acompañan a la vera  o en la distancia, nos dejan avanzar a nuestro ritmo o nos tiran de la mano si nos quedamos atascados. Son guardaespaldas eternos y ángeles de la guarda que tejen a  nuestro alrededor redes anticaída. Se van físicamente, pero se quedan siempre en nuestros recuerdos,  en nuestros suspiros, y con el tiempo se hacen más  y más presentes.  Hay  un tiempo en el que los recuerdos son más cálidos que la vida actual, y las ausencias duelen como nunca… 

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