30.8.25

Epilogo

 

Hoy si siento que se ha puesto el punto final. Ya no hay epílogos que escribir, ni  puertas entreabiertas. Quizá nunca las hubo. Quizá sea mejor así.  Pero cuesta. Falta energía y oportunidades.  No es fácil. Nadie dijo que lo fuese. Hoy vuelvo a conjugar en alto el verbo empezar, como un mantra que me repito para autoconvencerme, y seguir dando pasos. Aunque esos nunca he dejado de darlos aunque sea tímidamente…

29.8.25

Okupas

 

Últimamente me pregunto cuántos okupas hay en mi  vida.  Desde las palomas que encontraron en el geranio un lugar donde crear el hogar de sus crías, a los insectos que  construyeron su casita de barro en el cajón de la persiana. Pero los hay muchos más peligrosos. Algunos  se cuelan en silencio o con gestos amables,  o simplemente, los invitamos a entrar.  Lobos con piel de cordero que llegan  para quedarse, que nos manipulan  con  dulces sonrisas   y minan nuestra energía.   Demasiadas situaciones  distorsionadas que el afecto no nos permite enfocar ni ver con claridad. Parásitos que nos colonizan el día a día secuestrando nuestra   voluntad  y  amor propio, mientras seguimos pagando los recibos de su escasa atención y afecto.

9.8.25

tic tac

Tic tac,..

tic tac, …

La arena sigue cruzando ese puente estrecho que  une el  antes y el después.  La miramos hipnóticos mientras nos lamentamos que no sepamos parar su descenso.  Somos prisioneros del movimiento del péndulo, como conejos deslumbrados en la noche por los faros de un coche.

Tic tac,..

Tic tac,..

Dicen que los niños tienen el secreto para que su tiempo sea eterno. Su curiosidad y  modo de mirar todo como si fuese la  primera vez,  y su energía inagotable les sumerge en  mundos por descubrir.  Nada es monótono, nada es aburrido por que en el aburrimiento ellos encuentran escondrijos por los que salir con su imaginación.   Son sabios, y no necesitan saberlo.

Tic tac,..

Tic tac,..

No hay botón para parar ese  sonido que nos martillea el cerebro como una rutina. ¿Lo oyes?. Si lo escuchas, algo  no estás haciendo.   Recupera esos ojos del niño que todos fuimos y lánzate a ver las cosas como ellos las ven…


1.8.25

Afectos secuestrados

A veces  no somos conscientes, pero somos prisioneros de  nuestra lealtad. La realidad nos intenta abrir los ojos con hechos, una y otra vez, y aunque  lo vemos,  no pasamos página. No es suficiente ese jarro de agua fría que te sitúa en la evidencia. Seguimos  secuestrados en afectos pasados, en normas obsoletas o en   quieros y no puedo.