Después de un día de sol, frío pero soleado ha vuelto la niebla. Densa, como si quisiera hacernos miopes a todos para que nos concentrásemos en nosotros y en todo lo que tenemos al alcance de la mano. Nos invita a mirar hacia dentro, a escuchar nuestros pensamientos, a pensar en blanco y negro. Aquí y ahora, parece recordarnos. Para. Deja de correr. Piensa antes de dar otro paso más, antes de salir corriendo hacia cualquier lugar.
La niebla reduce nuestras distracciones, nos obliga a enfocarnos, a ralentizar nuestro ritmo, a activar el mono manual en lugar del automático. Porque si, vivimos en modo automático, de aquí para allá, en busca del elixir de la juventud eterna o de una sobredosis de endorfinas, olvidando la importancia de estos periodos de hibernación, de descanso, de aburrimiento, que más allá de ser desperdicio, son el abono de los sueños y la imaginación.
Que bien volverte a leer! Hay veces que con tantas distracciones, no hace que nos concentremos en nosotros, en nuestros pensamientos, en lo que necesitamos, en lo que nos gustaría hacer...
ResponderEliminarUn besazo de tu amiga y fiel admiradora!