Nuestra infancia es un paraíso perdido. Vendimos nuestra dicha por una humilde piruleta. Nadie nos informó que aquel flautista, sin ser de Hamelin, entonaba el tictac cansino de un reloj cuyas manecillas siempre avanzan. Nos hipnotizaron con la promesa de ser mayores y, subimos aprisa a esa carroza de cristal que gira y gira en la noria, sin pensar que padecíamos vértigos y mareos. Nos dijeron que no perdiésemos de vista esa zanahoria - perdón, futuro prometedor- que habían colocado frente a nosotros, y todavía no hemos dejado de seguirla, sin plantearnos ni a dónde nos llevan, ni por dónde hemos pasado. Algunos de nuestros sueños se quedaron atrapados en el barniz de la juventud, entre las risas tontas de la edad del pavo. Somos buscadores de oasis camuflados en el desierto en tiempos de sequia.
15.1.07
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Y quienes no la perdemos nos vemos ante un mundo que parece cruel y despiadado recibiendo miradas...de piedad, cuando son otros quienes se han olvidado de como amar realmente...como un niño día a día!
ResponderEliminarMil bikos
Quizá, corriendo detrás de esa "zanahoria", nos olvidamos, nos perdemos de vivir el momento presente.
ResponderEliminarUn abrazo, Ideas
Y no nos queda más remedio que seguir esa huida hacia adelante, sabedores incluso del final. No tenemos el valor necesario, se encargaron de progrmarnos en nuestra juventud, para decir:
ResponderEliminar- ¡NO! yo no juego a esto, puedo ser más feliz de otra manera.
Pero el soñar, eso...eso no nos lo pueden quitar...es nuestro último reducto de esperanza.
besos.
Nos llega la edad del pavo y cuando nos damos cuenta nos atropella la edad de lo permitido, y para cuando llegamos a la esquina te percatas que ibas cuesta abajo y sin frenos.
ResponderEliminarYa es tarde, sabes que te vas a dar de bruces con el tiempo que empuja tras de ti, sin poder remediarlo.
Pero es la vida.
Besitos Ideas.
No somos tan perdidos. A veces encontramos oasis y a veces somos oasis para otros. Besos
ResponderEliminarParaísos perdidos a la espera de ser lo que son aquellos que nos rodean, adultos poderosos que pueden hacer todo aquello que a los niños les está prohibido... Y en efecto, nunca llega ese poder que adivinamos, y un día nos damos cuentas que perseguíamos una quimera, a veces a tiempo de ser nosotos mismos, de elegir nuestra vida lejos de mentiras.
ResponderEliminarEllos tampoco sabían que la felicidad no puede perseguirse, que está en nosotros mismos y sólo hay que atraerla, sacarla del fondo del alma.
Un besito
Algunos sueños se quedaron atrapados en la juventud...no hay que tener nostalgia de ellos, sino dedicarse a los que nos quedan y mimarlos para que duren muchos más años. Un besote.
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