Días de truenos y relámpagos, de cielos enfurecidos y nubes negras que descargan su enfado en forma de lluvia copiosa. Gotas de lluvia que parecen cántaros de agua lanzados por la ventana, que no acarician sino golpean, que más que calmar la sed, ahogan.
Días de tormentas, de bengalas en los cielos oscuros, y estruendos que nos asustan tras las esquinas de la oscuridad. Luces que se encienden y se apagan en mitad de la noche.
Días que arrastran de los recuerdos de la niñez, la voz tranquilizadora de los abuelos cuando nos decían: No tengas miedo. Sólo son los angelitos jugando a los bolos..
Cuando el cielo y la tierra se enfurecen descargan su rabia en forma de tormenta; pero al menos sacamos algo positivo de ellas y además, se forma el magnífico arco iris.
ResponderEliminarLos humanos deberíamos aprender de ellos.
Un besito.
Días de tormentas...
ResponderEliminarA mi me asustan los truenos, y mi madre solía decirme que era Jesús cambiando los muebles de lugar.
Jeje preciosa infancia.
Tormentas de películas de terror, implacables y poderosas. Y una primavera que se estira más de lo habitual para acabar, como dicen las leyes, en junio.
ResponderEliminarSaludos.
Pues a mí me gustan.... siento la fuerza del cielo y la tierra fundiéndose en agua y fuego...
ResponderEliminarbesos