Seduciendo

No te esperaba pero apareciste. Tenías la sonrisa traviesa y en tu mirada pícara leí tu pregunta: ¿me aguardabas? Traías el perfume de la seducción impregnando tu piel, la promesa de un tiempo irrepetible en los labios. Me cautiva ese momento en el que te veo apoyada en el alféizar, e intento adivinar en tus ojos qué sorpresa me tienes preparada. Siempre intento adivinar que escondes en tu espalda... una flor, un par de copas de champán, un mapa con la ruta de algún tesoro...
Eres el laberinto en el que me pierdo, un territorio inexplorado…

Tu voz me embelesa como si de un canto de sirena se tratase, me hipnotizas con tus caricias... Tienes en tus manos el silencio y las palabras, la fantasía y la realidad, la magia de las ilusiones y la esperanza.

Sonríes, y yo me extraviaría en esa sonrisa, en ese paraíso al que se accede por una escalera de estrellas en la noche. Soy una muñeca de trapo en tus manos, un corazón que sigue empeñado en latir al son del tic tac del reloj de algún campanario... Soy esa silueta que se balancea cada noche en la luna menguante esperando tocar con la punta de los pies el cielo, esa niña que escribe año tras año en su carta a los reyes magos: Sígueme seduciendo vida…