17.8.05

Por la verja

Recuerda aquel día en el que rompió su silencio y le lanzó su pregunta al aire. Aquellos ratos en los que se asomaba por la puerta del jardín, y se sentaba a su lado en aquel banco de madera.

Aquellas horas de conversación en las que el tictac del reloj era música celestial.

Momentos que fueron eternos mientras duraron, y aun lo son en su memoria.

Las olas borraron las huellas en la arena, el sendero que tantas veces recorrió. Aquel día sólo se asomó a la verja. “He venido a despedirme” fueron sus palabras, jarros de agua fría lanzadas en la noche más invernal.

Para alguno el sonido de la puerta al cerrar sonó como un adiós, para el otro fue un hasta pronto.


Los atardeceres se suceden y pintan de color naranja ese sol que ilumina ese jardín en primavera. Estrellas que brillan en las noches más oscuras mientras la verja sigue abierta y la luna se cuela entre lo barrotes


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