Apenas unos minutos para subir. Siento que estoy en el penúltimo escalón antes de llegar al cielo. Si extendiese las manos podría acariciarlo.
Camino alejándose del mundanal ruido, de los domingueros. Busco un lugar donde sentir como el viento golpea en mi cara mientras los buitres sobrevuelan mi cabeza. Pierdo la mirada entre las montañas grises que se alzan entre la niebla. Dejo la mente en blanco. Saboreo miles de sensaciones que se agolpan. Escucho el silencio que suena a música celestial. Me dejo inundar por la madre naturaleza, por la tranquilidad que se respira. Me siento como una hormiga en medio de este universo, un convidado de piedra que saborea un auténtico manjar. Son minutos que saben a eternidad…
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