Cuando la noche comienza si retirada, piensa en lo afortunada que es por ver desperezarse un nuevo día, mientras sus pies acarician el suelo. Otros no pueden hacerlo. Hipotecaron ese pensamiento en su afán consumista. Lo olvidaron en alguna parte del camino, mientras corrían tras una felicidad que probablemente nunca lograrán alcanzar. Otros comienzan a albergar esa sensación, ahora que ven esa figura negra con la guadaña recorriendo su mundo. Nadie nos dió un manual para aprender a vivir y si nos lo hubiesen dado, quizá tampoco lo hubiésemos leído. Algunos cuando reciben una carta con acuse de recibo con su sentencia, empiezan a vivir. Entonces, cuando el tiempo se les escapa de las manos.
Sólo nos damos cuenta de lo que tenemos, cuando vemos que apenas nos quedan unas migajas,…
Algunos se irán sin haber disfrutado ese último amanecer, sin haber iluminado una mirada, sin haber abrazado durante unos segundos a la vida. Otros, más afortunados, sólo recibirán el aviso. Lucharán por alargar esas migajas hasta el infinito. Aprenderán a saborear la ilusión mientras sacian su sed con esperanza.
No hay vendedores de tiempo. Lo que no disfrutemos ahora, se perderá como el agua del río camino del mar…
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¡Cuánta razón tienes! Y mira que yo lo digo muchas veces. Hay que aprender a vivir, que el tiempo pasa muy deprisa, y si no sabemos valorar el momento, y no somos positivos, algún día, al mirar hacia atrás, será demasiado tarde para disfrutar de lo que no supimos hacer cuando teníamos todo el tiempo del mundo en nuestras manos.
ResponderEliminarUn beso, flor. Me alegro de que tú pienses tan positivamente.