10.7.06

Manuela

Sentada frente a al mundo, con la mirada perdida en un horizonte que dudaba si algún día podría alcanzar, me hablaba como aquél que escupe su dolor para no morir envenenado por él. Me contaba cosas de sus viajes y de ese futuro inmediato que sentía como la tierra prometida.
Me repetía cada dos o tres frases que Ella era fuerte como aquél que necesita oírlo constantemente para auto creérselo. Su delgadez me recordaba a los mimbres que acompañan los riachuelos, y se balancean según sopla el viento. Su voz sonaba segura mientras recitaba un discurso improvisado que había dejado de serlo desde la primera palabra. Me pregunté cuántos de esos que dicen ser sus amigos se lo habían creído, cuántos habían visto más allá de esa persona fría que aparenta ser, cuántos le habían rehecho la pregunta de si estaba bien, cuando ella respondía que si mirando el infinito...

La imaginé frente a los acantilados, buscando respuestas a preguntas que ni siquiera se atrevía a preguntarse. Su agenda repleta de actividades no la dejaban tiempo libre para pensar. A veces parecía querer escapar de todo y de todos. Temía que alguien fuese capaz de encontrar su tendón de Aquiles y colarse bajo ese caparazón con el que vestía cada día. La soledad le pesaba demasiado, el desamor también. Añoraba el cariño desinteresado y unos brazos donde refugiarse y sentir un poco de calor en ese corazón maltratado por la vida. La noche ocultaba sus ojos vidriosos cuando hablaba de esa niña, ya mujer, por quien lo ha dado todo, y de la que ahora no sabe nada.

Su amargura se mezclaba con la resignación mientras hablaba. Tenía miedo de mirar y ver. Tenía miedo hasta de poner palabras.

11 comentarios:

  1. Ese caparazón protector que habitualmente no es signo de frialdad sino de miedo. Como el de Manuela.

    Un beso, Ideas

    ResponderEliminar
  2. Levantamos muros a nuestro alrededor a veces por miedo, a veces por timidez que desemboca en miedo... a veces se pierde ese miedo y se rompen los muros...

    Saludos

    ResponderEliminar
  3. Tiene cierta conexión con mi post, hablando de levantar muros que quizás no sirvan de nada.

    Bss

    ResponderEliminar
  4. Las personas que todo el tiempo han de reafirmarse suele ser porque dudan demasiado, porque no tienen las cosas claras. Es como ese refrán de "perro ladrador poco mordedor", que si bien no se puede aplicar en todos los canes sí que en la mayoría de los humanos. Quizás solo necesite creer lo que sus palabas ya dicen...

    ResponderEliminar
  5. en la arena.. parece el taj-majal.. me encanta.

    besos.

    ResponderEliminar
  6. Cuántas veces nos buscamos refugios, como el trabajo o agendas imposibles de mantener, con tal de sentirnos protegidos detrás de esas murallas levantadas por nosotros... como Manuela.
    Besos

    ResponderEliminar
  7. A veces la única manera de descubrir todo eso y empezar a cambiarlo es mirarse en el espejo, despacio y en silencio. Es desnudarnos de ese caparazón tan pesado o al menos asomar la cabeza para respirar. Es ser sinceros con nosotros mismos es descubrir que si nos sentimos solos al estar rodeados de gente es porque hay algo dentro de nosotros mismos que está fallando.
    Besos

    ResponderEliminar
  8. Jordania, Siria Egipto, Petra, preciosas fotos.

    Hay que mirar al mundo sin miedos, del resto se encarga la vida, al final nos vamos como vinimos... Desnudos.
    Saludos.

    ResponderEliminar
  9. Me encantan las esculturas de arena, tan bellas, tan efímeras, tan frágiles...
    Mi favorita era la del bebe, la que algunos gilis decapitaron a Colón.

    ResponderEliminar
  10. Hay momentos en la vida en que uno se encuentra solo consigo mismo y, ante el temor a desmoronarnos cual bellas estatuas de arena, necesitamos de una auto-afirmarción de nuestro propio ser para poder seguir adelante.

    Besos.

    ResponderEliminar
  11. A veces nos mantenemos tras una máscara para que no nos adivinen. Y a veces lo hacemos durante tanto tiempo que ya ni nosotros atinamos a encontraros.

    Besos muchos

    ResponderEliminar