Este velero se hunde. Estamos cansados de achicar agua y poner los pies sobre los agujeros de ese casco golpeado por el mar embravecido. Atrás quedaron los días de sol y arena, en playas paradisíacas bajo la sombra de los cocoteros. Ahora toca decidir, coger el toro por cuernos, antes de que un asta nos perfore el corazón.
El tiempo es el capitán de este barco, el que recorre pasillos y camarotes buscando algo que haga de tapón en medio de la tormenta, el que ordena que se reparta los chalecos salvavidas y se preparen los botes. Caminar por cubierta es peligroso. Resbalar y caer al mar del olvido es demasiado probable.
Cómo cambia todo, en apenas unos instantes. Porqué no nos asimos a la mano que nos tendieron. Porqué pensamos que nosotros podíamos avanzar solos. Porqué seguimos haciéndonos los remolones en este barco que parece zozobrar. Tal vez porque por un momento creímos que era nuestro hogar, y quizá aún lo sigamos sintiendo y sea ese el ancla que nos impide salir corriendo ….
Hay que seguir achicando agua, hasta el final... para que pueda ser un nuevo principio.
ResponderEliminarbesos
Ojalá encontremos pronto un flotador.
ResponderEliminarNunca se sabe niña, igual del velero que te parecia tan bonito, te rescatan en un gran trasanlantico, que te da mucha más seguridad, y te permite conocer y disfrutar como tu te mereces.
ResponderEliminarEse tiempo que nos domina porque nosotros creemos depender de él, pero si le haces frente, si le dices a la cara:Quédate con tus minutos que yo seguiré sin tu ritmo caprichoso, entonces comenzaremos a vivir de verdad.
ResponderEliminarUn besito
Bueno, cuando algo se hunde queda la esperanza de salir de nuevo a flote, aunque sea a nado... Ese capitán temporal es demasiado estricto :)
ResponderEliminarhola ideas, tienes un blog bien interesante. buscaré un rato para leerlo de cabo a rabo.
ResponderEliminarun saludo!
bequita